Pocas cosas en la vida desafían la mente y el cuerpo juntos: una es vencer los 42 kilómetros y 195 metros que componen el

La meta: el Zócalo capitalino. El inicio del reto deportivo, que poco más de 19 mil personas se aventuraron a tomar, fue en el estadio Olímpico Universitario .

Somos Carlos Ortiz y Javier Ramírez, y te vamos a contar cómo sentimos esta edición, cuya duración máxima fue de seis horas para llegar a la meta en todas las categorías, y así obtener la medalla.

Pero no todo empezó este domingo 28 de agosto: La preparación previa, meses antes, fue importante, pues la buena alimentación y el arduo entrenamiento en el gimnasio y al aire libre nos prepararon para soportar las subidas, bajadas, vueltas y esquivar pequeños obstáculos, como las señales de tránsito que están fijas en el pavimento.

Así vivieron dos corredores el Maratón de la Ciudad de México
Así vivieron dos corredores el Maratón de la Ciudad de México

Foto: Carlos Ortíz y Javier Ramírez

Además, dicho ejercicio también ayudó a aguantar dolores musculares, calambres, deshidratación y golpes de calor a lo largo del recorrido.

Un "lifehack" o una ley básica para esta disciplina fue que los primeros 20 kilómetros no ingirieras líquidos (agua o electrolitos), ya que estos aumentan tu peso corporal y por ende ralentizan tus movimientos, repercutiendo en tu desempeño.

Gracias al clima nublado y húmedo, los primeros 15 kilómetros estuvieron cómodos, además de que el trayecto fue de bajada. Después vino lo complicado : Subidas justo cuando el sol empezaba a asomarse de entre las nubes, poniendo a prueba la fortaleza de nuestras piernas y corazones.

Llegar a los 21 kilómetros fue agradabilísimo. Una sensación de sentirse increíble y fatigado por haber llegado a la mitad, pero sabíamos que la prueba más difícil todavía se avecinaba.

En el camino, vimos muchas escenas que nos dejaron atónitos: Corredores lesionados , detenidos, vencidos por el dolor, físico y de espíritu, por no poder continuar.

Así vivieron dos corredores el Maratón de la Ciudad de México
Así vivieron dos corredores el Maratón de la Ciudad de México

Foto: Carlos Ortíz y Javier Ramírez

También, se acercaban "runners" que te alentaban a continuar, justo cuando creíamos que ya no podíamos dar más.

Pero, sin duda alguna, una de las cosas que más nos motivaron y nos hicieron felices fue la gente que veía el evento desde las laterales y nos ofrecían agua, fruta -como plátano y naranja-, dulces, chocolates... Incluso refresco, precisamente lo que nuestro cuerpo requería para completar la aventura.

Llegamos a los 30 kilómetros y la lucha ya era más mental que física. El dolor de todo nuestro cuerpo ya era inevitable, aunque ya habíamos sido auxiliados por el público con geles, sprays y ungüentos anti dolor.

Estar a 12 kilómetros de la meta también pudo interpretarse como un sueño casi logrado , pero no era el momento de confiarse o bajar el paso, como lo decidieron algunos compañeros deportistas.

Ya llevábamos 37 kilómetros y desde lo lejos vimos nuestra casa, EL UNIVERSAL . No podíamos creer que habíamos llegado hasta aquí solamente corriendo. Una parte de nuestra medalla está dedicada a nuestra casa editorial.

Los últimos cinco kilómetros parecían cosa fácil, pero fue todo lo contrario. Para ser sinceros, se sintieron eternos. En nuestra mente había dos cosas: Una que nos decía que nunca habíamos visto las calles tan largas, y otra que nos recordaban por quiénes hicimos esto.

Familia, amigos especiales, que saben quiénes son. Compañeros de vida y del alma que últimamente han estado más cerca de nosotros, mostrándonos un mundo que no conocíamos. Gracias Diego Cruz. Gracias Fabián Delgado.

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