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La revelación de André-Pierre Gignac, delantero de los Tigres, en el sentido de que no se vacuna contra el Covid-19 por sus creencias religiosas, puede traer consecuencias más allá de lo deportivo.
No es un secreto el decir que Gignac es un poco menos que un dios en Monterrey, que es un ejemplo para niños, jóvenes y adultos, por lo que hace dentro y fuera de la cancha.
Haga lo que haga, diga lo que diga, todo genera opinión, pues es un líder de esta gracias a sus logros deportivos.
Pero con esta manifestación la imagen del francés no sólo se debilita hacia la sociedad, sino también hacia los patrocinadores.
¿Qué tan confiable es que un futbolista que no cree en aplicarse vacunas, por cuestiones religiosas, dé un mensaje contra las drogas, o contra la delincuencia?
¿Qué tan confiable es que André-Pierre Gignac haga algún comercial sobre suplementos alimenticios, bebidas o alguna golosina?
Y ni que decir de ropa, autos, aparatos electrónicos y demás.
Si André-Pierre Gignac no hace algo por cambiar la percepción que da esta revelación, si los mismos Tigres no echan a andar su departamento de control de daños, esto puede volverse más grande de lo que en realidad es.
Se habla que la directiva regia quiere tomar cartas en el asunto, pero sin transgredir la privacidad que ha pedido el francés.
Hoy, sin lugar a dudas, en cierta medida, puede decirse, que se ha caído un ídolo.