Erika Cruz es una mujer que desde muy pequeña ha sorteado adversidades. El destino le arrebató a su mamá cuando apenas tenía 13 años, y dos años después se convirtió en madre.

Así que subirse al ring de boxeo nunca la asustó, ya es campeona del mundo y este sábado enfrentará su mayor reto profesional, al intentar coronarse como la monarca absoluta de peso pluma, ante la boricua Amanda Serrano.

La canadiense Jelena Mrdjenovich conoció los alcances de la mexicana cuando le arrebató el fajín avalado por la Asociación Mundial de Boxeo, entonces no era favorita, esta vez tampoco lo es, pero medirse con la multicampeona puertorriqueña, dueña de cuatro títulos en la división, es suficiente motivación para intentar dar la sorpresa en el Madison Square Garden de Nueva York.

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"En realidad no nos enfocamos en lo que dicen (de no ser favorita), solo nos concentramos para esta pelea desde que supimos que la enfrentaríamos. No nos distraemos con nada. Estoy contenta y agradecida con Dios, con mi padre que está conmigo en todo momento y concentrada porque México hará historia", advierte la púgil de la Ciudad de México.

Su padre, Guillermo Cruz , aquel boxeador que en 1973 venció al mítico ' Pipino' Cuevas en la Arena Coliseo es su gran inspiración, pero la promesa hecha a su madre, quien le pidió ser campeona del mundo, es vital en las aspiraciones de la medallista de plata en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011.

"Creo que si Dios me permite llevarnos la victoria, sería satisfactorio para mí porque le daría a mi padre un poco de lo que me ha dado. Él sueña con tener a su campeona y si Dios me lo permite lo vamos a lograr. Ojalá las cosas salgan como lo deseamos".

Y es que nadie le regaló nada para llegar a este momento. "Es una oportunidad que he estado buscando y me gané. El sábado voy a morirme en la raya como buena mexicana", promete la también integrante de la Guardia Nacional, quien a los 32 años de edad busca su triunfo 16.

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