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Consagración internacional para los Tigres y Ricardo Ferretti. Se les dio el título que les faltaba, el de la Liga de Campeones de la Concacaf.
El gol de André-Pierre Gignac, el francés que cambió la historia de los felinos, decretó el campeonato, mismo que prometió conseguir antes de irse del club. Los universitarios respaldaron la superioridad del futbol mexicano sobre el estadounidense, al vencer 2-1 al LAFC.
El galo, siempre figura para Tigres, le ganó el duelo directo al tricolor Carlos Vela , quien no pudo ante la defensa regiomontana, ordenada como le gusta a su timonel.
Fue un rival duro para los felinos, dignos de una final, pero corto ante el mejor club nacional en la última década y que se le cumplió el objetivo de salir campeón fuera de la frontera mexicana.
En lugar de que el primer partido regalara opciones de gol o jugadas atractivas, fue un completo desastre futbolístico, en el cual los golpes, patadas y choques se impusieron sobre lo deportivo.
Hasta 25 faltas en los primeros 45 minutos, mientras el árbitro hondureño, Mario Escobar, no quiso meterse en problemas y se guardó las tarjetas en el bolsillo de su pecho.
Para el 60´, una muy apretada acción que pudo ser marcada fuera de lugar, Diego Rossi elevó el esférico, lejos del alcance de Nahuel Guzmán, para el gol de la ventaja californiana. La anotación obligó a los felinos a presionar más al frente.
Y fue Hugo Ayala, veterano universitario, al rematar con la cabeza el tanto del empate y que regresó a Tigres a la disputa por el título continental. El zaguero se le adelantó a Vela, encargado de cubrirlo, y cruzó su remate lejos del alcance de Kenneth Vermeer.
Con los goles en el marcador, ambos conjuntos dejaron por un lado las faltas y se concentraron en la victoria.
Quién mejor que dar la cara que el de siempre. Gignac –tras una gran conducción de Luis Rodríguez – mandó un disparo sobre el pasto al fondo de las redes californianas (83’). Hasta Ricardo Ferretti se levantó y gritó para festejar la anotación, y cómo no, era el tanto que le hacia falta en su trayectoria exitosa al frente de los Tigres.
Una década le tomó al brasileño, histórico timonel del futbol mexicano, quien por fin se consolidó a nivel internacional. El silbatazo final provocó al erupción de los futbolistas felinos, que festejaron en el estadio vacío de Orlando, pero el silencio en las tribunas no detuvo el éxtasis del campeonato de la Liga de Campeones de la Concachampions.