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A los treinta años, la vida de Salvador Cabañas era un lujo ligado a los goles y al futbol profesional. Como estrella de las Águilas del América , estaba listo para jugar el Mundial de Sudáfrica 2010 con Paraguay, todo lucía brillante y solo el destino fue capaz de ponerle un alto.
El domingo 24 de enero de 2010, el América había caído con el Morelia, una derrota que el guaraní olvidó junto a sus amigos, en el Bar-Bar, al sur de la Ciudad de México, en San Ángel.
Todo iba normal, era un lugar habitual para Cabañas, quien junto a su esposa se distrajo hasta cerca de las seis de la mañana, hora que según reportes oficiales, fue al baño del lugar. Se encaró con un par de hombres y, en medio de la confusión, el futbolista recibió un disparo que entró por su frente de calibre .38 y se alojó en el lóbulo izquierdo del cerebro. Jorge Balderas Garza, el JJ , fue señalado como el agresor, después ubicado como gente del cartel de los Beltrán Leyva.
Ahí terminó todo, al menos en cuanto al futbol. Tardó una semana en salir del coma y fue hasta los primeros días de marzo de ese año que empezó su rehabilitación. Cuatro meses después regresó a casa con una cicatriz en la sien, una herida que lo alejó del trono que como futbolista había conseguido. Vio el Mundial por la TV.
Muchos homenajes llegaron, solo agudizaron el dolor, entre ellos un partido entre el América y la selección de Paraguay en el estadio Azteca en el 2011. Las pancartas y cánticos en su honor, de los 25 mil aficionados que lo acompañaron fue lo mejor de la cita con su exequipo: ‘Todos somos Cabañas ’, ‘Fuiste, eres y serás el más grande’, ‘Cabañas, el cielo puede esperar’.
Un año después, el guaraní regresó al futbol para jugar en la Segunda División de su país con el Doce de Octubre, donde debutó como profesional. Jugó dos partidos, ninguno completo. Más tarde, en 2014, se enfundó la camiseta del Club Deportivo Tanabí, de la serie B del campeonato de Sao Paulo. Se estrenó en un amistoso en el que falló un penalti en el último minuto. Diez días después anunció su retiro.
De aquel delantero regordete de 1.73 metros, con un ritmo cadente cuando no tenía el balón y un tren al momento de ir por él, solo quedaban videos. No tuvo tiempo para llegar más lejos, y sin dudarlo, alguna vez 'delató' por qué le dispararon. “Creo que para que no fuera al Mundial”.
CON LAS MANOS EN LA MASA
De goles ya no iba a vivir. Así que regresó a su terruño a ayudar a sus padres en la panadería de la familia para sobrevivir. Se levantaba a las cuatro de la mañana para repartir pan en una camioneta a los clientes. En su camino, seguía alimentándose de la fama ganada. “La gente me reconoce y me pregunta... sobre futbol, claro. Yo les digo que me divierto mucho. Voy a salir adelante. A medida que pasa el tiempo me voy dando cuenta de cosas. Hasta el abogado se vendió a ellos”, declaraba en referencia a su exrepresentante y exesposa.
“Antes él era amigo de todos, pero ahora que Salvador está así, nadie se aparece ni para decirle ‘hola’”, lamentaba su padre Dionisio Cabañas.
Alguna vez le preguntaron a ‘Chava’ qué pensaba del tipo que le cortó las alas. Cabañas respondió. “No me interesa. Me dijeron que le mataron. Dios me bendijo para volver a vivir”.
El tiempo pasó rápido y a él no se le podía tener quieto. Así fue como empezó a dar conferencias en las que comparte sus experiencias. “Les digo a los jóvenes que practiquen un deporte, que no existen límites mientras tengan vida y fe, que luchen por sus sueños”, expone donde lo invitaban.
Su destino era volver a México. Lo hizo en algunos juegos a beneficio y en mayo del 2019, se integró al cuerpo técnico de los Cafetaleros de Chiapas, invitado por Gabriel Pereyra, técnico de la escuadra de la Liga de Ascenso.
Llegó al club con un título honorario de directivo para el Apertura 2019, pero al poco tiempo se modificó su rol, pasando a ser un auxiliar técnico, sin la posibilidad de ir al banquillo.
El idilio de Cafetaleros con el ‘Mariscal’ parece haber llegado a su fin, pues ya no aparece en el plantel registrado por el equipo, para esta campaña.
SU LEGADO
Pocas semanas antes de unirse a Cafetaleros, Cabañas inauguró su escuela de futbol en la Ciudad de México, en Cuemanco. El objetivo de la llamada ‘Cantera México’ es colocar a jugadores jóvenes en equipos de Primera División, pero además se busca ayudar a los jóvenes para que se alejen “de los vicios, mantenerlos sanos y ayudarlos en su formación y desarrollo”, dijo Cabañas en su momento. “Ojalá y vengan más niños y aprendan muchas cosas; a valorar la vida que es lo más importante”, así como él la valora, a diez años de estar a punto de perderla.