Tocó en México en 1980, y nunca más se ha ido de aquí.
cumplió ya más de 40 años en el país; llegó como futbolista, se casó, se hizo padre, se hizo técnico y hoy es abuelo. Nunca ha ganado un título, pero eso asegura no lo marca ni marcará. Romano se recupera de una intervención, pero meses antes de esto, habló con EL UNIVERSAL Deportes, de su paso por el futbol, de su país por el país.
CÓMO LLEGÓ A MÉXICO
“A veces en el futbol debes de tener dosis de suerte. Quizá no tenga títulos y eso es mala suerte, pero el haber llegado al América habla de que tuve un poco de fortuna”.
Panchito Hernández y José Antonio Roca, directivo y técnico de los canarios, así le decían en esos años, a las ahora Águilas.
“Iban por Juan José Meza, un tucumano, campeón Juvenil con (César Luis) Menotti en el Juvenil de 1979, jugó con (Diego) Maradona, pero el tucumano no quiso irse a México y se fijaron en mí. Un compañero que tenía, el Polaco René Daulte había estado en México en el Tampico, y me dijo ‘si es América, no tengas dudas, está atrás del equipo una televisora y no lo pensé dos veces”.
Rubén Omar llegó de 21 años, “me costó adaptarte”, y simplemente no hizo huesos viejos en el América. “En el segundo torneo cuando me había acomodado, tuve la inexperiencia y me costó. Era un juego contra Pumas en CU, ganábamos 2-0 y Roca me sacó, le dije de todos y en la televisión se vio… Roca era un tipo sensacional, pero muy disciplinado, no me la perdonó. Me sacó del equipo, y como quedaban seis meses de torneo me fui a jugar a los Estados Unidos, a los Aztecas de los Ángeles, donde Enrique Borja era el presidente, además también pertenecía a Televisa. Anduve bien y regresé para jugar en León”.
América lo volvió a requerir, pero otra vez se fue decepcionado. “En el 82 hago buena pretemporada con América, Carlos Reinoso me dijo frente a Rafa Puente, que quería volver a jugar, que me quedara en el equipo, y a falta de 15 días trajo a Daniel Brailovsky y me deja fuera. Regreso a León, un año después vuelvo al América y antes de ir a una gira a España, le pregunto a Reinoso si me quiere o no, nunca me definió y no viajé. Me metieron a fuerza a Necaxa”.
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EL periplo con las Águilas fue grande: “América me quiere dejar en Necaxa y yo ya tenia arreglado con Toluca, me comparaban, pero no me vendían… En esa época se no podía decidir mucho. Si no dejaba seguir en Toluca, me paraba. Salió San Lorenzo con Bora Milutinovic, y me fui allá. Ganamos una Liguilla”.
Volvió a México pero ya comprado por Atlante, “me vendieron junto con Miguel Zelada. Me va muy bien, me quiere el Zaragoza, José Antonio García no me quiere vender y paro seis meses, y me voy a Querétaro donde Ricardo La Volpe me inventa otra posición, quería que jugara estilo Lothar Matteus de Alemania. Jugué 38 partidos completos. Fui nominado al Citlalli, y me fui a Cruz Azul, pero en pretemporada me fracturé un dedo. Estuve dos meses fuera”.
Pero ahí no acabó todo. “Me lleva Reinoso a Veracruz, junto con Poblete… Después voy al Atlante y decido dejar al futbol… Ricardo quería que me quedara, pero ya había hecho la carrera de técnico y quería dejar al futbol antes de que el futbol me dejara a mí. En ese torneo me fue bien, hice trece goles, uno más que Hugo Sánchez que era mi compañero… Dije adiós y pasé a ser auxiliar de Ricardo”.
EL TÉCNICO
Llegó la carrera de técnico, y aunque no ha llegado el título, Ruben Omar se siente más que satisfecho con su carrera: “Hice grandes trabajos en muchos equipos, salvo un par de temporadas en todos dejé algo importante. Salvo un equipo condenado al descenso, Celaya, y fue el despegue. Pero subo de nivel cuando llego a Morelia, porque vamos a una Libertadores, llegamos invictos a cuartos de final… Jugamos cuatro finales, dos de Concacaf y dos de Liga”.
Pero no llegaba el título.
“Voy a Pachuca, seis meses, hicimos un gran trabajo, clasificamos en un juego de ida y vuelta a Libertadores y llegó a Cruz Azul en el 2005, donde se hicieron cosas muy buenas y llegó lo del secuestro… Cuando salgo del encierro el equipo se relajó, no se llegó fuerte a la Liguilla, pero se jugaba muy bien al futbol y siempre se llenaba el Azul”.
Viene Atlas, “estaba peleando el descenso y fuimos arriba. Sacamos varios jugadores en Primera, potencializamos a Andrés Guardado y luego viene Santos con esas dos finales, una de ellas (ante Toluca en el Bicentenario 2010) una es una película de terror que hubiera cambiado la vida como técnico, porque después de ese juego nos levantamos y vamos a otra final y Toluca no clasifica y Chepo (José Manuel de la Torre) es el técnico de la Selección, sihubiera nagado yo, me habrían elegido a mí, siempre eligen a quien le va mejor en un momento dado. El destino no me la puso en la mano”.
AMIGOS
-¿Ya arreglaste las cosas con Isaac Mizrahi? Su auxiliar en Cruz Azul que a su salida se quedó en el equipo.
“Ya está perdonado, más allá de que durante un año no hablé, después por medio de mi familia que me insistió, lo busqué. Mi familia me dijo que más allá de que se equivocó, en algún momento puso la cara por vos, cuando estaba secuestrado. Le marqué tres veces, nunca me contestó, y nunca más. No le he podido ver. Para mí eso ya es pasado. Lo entendí perfectamente, se dejó deslumbrar por las luces, por los 65 días que estuve encerrado, unas voces lo manejaron para que se quedara, porque no nos echaban, se acabó el contrato y teníamos ya otro equipo para ir”.
Con Ricardo La Volpe tampoco tiene ya una buena relación, debido a que el Bigotón se metió en la negociación cuando iba a ser nombrado técnico del América por segunda ocasión: “No tengo el acercamiento que teníamos antes. Me lo he encontrado y hemos comido juntos con amigos, pero nunca aclaramos nada de nada… Por medio de un representante se ofreció, no él, sino el representante, pero cuando un amigo está dentro de un equipo y estás por firmar… Estuve en Coapa, con (Ricardo) Peláez, con (Mauricio) Culebro, con (José) Romano, había una alta posibilidad pero no estaba firmado y apareció esto. Duele porque hay un amigo en un trabajo que espera que resuelvan y no te metes. Quiso aclararlo, no le di oportunidad, el tiempo pasó, tomamos café de vez en cuando, pero el acercamiento no es el mismo”.