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El Real Madrid encara hoy el vértigo que provoca acudir a una cita decisiva con nueve bajas, sin parte de la columna vertebral de Zinedine Zidane, además de la presión por no convertir a los octavos de final de la Liga de Campeones —de nuevo— en una barrera infranqueable, tras dos ediciones de decepciones, aunado a lo que representa el estilo de juego de un Atalanta vertical y goleador.
Nadie podía imaginar, cuando el bombo deparó el enfrentamiento ante el club italiano, unas condicionantes tan perjudiciales para el Madrid. Del papel de favorito, ha pasado al de víctima, por una plaga de bajas sin fin. Competirá en desigualdad de condiciones ante un rival que quiere hacer historia en Champions. El campeón de 13 ediciones jugará sin titulares imprescindibles que sostienen al equipo, como Sergio Ramos, Dani Carvajal, y Karim Benzema.
Con sólo 11 jugadores de campo disponibles, de la primera plantilla, y seis futbolistas del Castilla, la situación invita a Zizou a darle una vuelta táctica a su sistema. Debe decidir si aceptar lo que propone el Atalanta, un duelo a intercambio de golpes, o protegerse al sentirse mermado y por su falta de pegada.
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Las opciones de volver a defensa con tres centrales o aumentar a cuatro el número de volantes, con la entrada de Isco, están sobre la mesa.
El objetivo es regresar con vida, para la vuelta en Madrid, en la que Zidane ya recuperará a varios de sus futbolistas. Antes, llega en el estadio Gewiss un nuevo récord, el centenario en eliminatorias. El Real Madrid se convertirá en el primer equipo que alcanza los 100 partidos en duelos a matar o morir de la Liga de Campeones. Sus dos últimos recuerdos son negativos, eliminado en octavos de final.
Remontado por el Ajax hace dos ediciones, con Santiago Solari en el banquillo, e inferior ante el Manchester City en la última campaña; derrotado en las dos eliminatorias y con una sensación de impotencia
