Castigado por su irregularidad ante los rivales —en teoría— más modestos del Grupo, el Real Madrid encara hoy un partido catalogado por todos como “final”, dependiendo de sí mismo ante el Borussia Mönchengladbach, en una cita que le puede permitir pasar a octavos de final como primero, caer al desprestigio de la Europa League o la deshonra de su primera eliminación en la fase de grupos de la Champions.
Es el único grupo en el que, a falta de una jornada, ninguno de sus integrantes está clasificado y todos tienen opciones de pasar de ronda. Entre estos, el Real Madrid más irregular e impredecible. Capaz de caer con estrépito en sus dos duelos ante el Shakhtar Donetsk y ganar ambos al Inter de Milán. Acostumbrados a partidos que deciden títulos, especialistas en caminar sobre el alambre, las citas grandes son las que motivan a los hombres de Zinedine Zidane.
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Ya demostraron en el momento más bajo del técnico francés, con su futuro en juego en caso de un descalabro histórico, que están a muerte con Zizou, quien superó el primer examen de una semana de finales, ante el Sevilla, y encara el duelo decisivo frente al Gladbach con el derbi madrileño en el horizonte. El camino en la Liga de Campeones y la Liga española, en juego.
Alejado del poder que reivindicó al club blanco como rey de Europa, con cuatro conquistas de Champions en cinco años, los últimos pases madridistas en la competición han rebajado el prestigio. Sin superar octavos de final las dos últimas ediciones, acusando cada ausencia de su capitán Sergio Ramos —quien regresa a tiempo para la gran cita— y una mala racha de cuatro derrotas y un empate en sus siete últimos duelos europeos. Todo está en juego.