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Nick Kyrgios
siempre ha estado inmiscuido en la polémica prácticamente desde que inició su carrera.
Es un deportista que ha demostrado tener un temperamento explosivo y que no toma muy bien las derrotas o críticas.
Desde su primer partido como profesional el australiano ha sumado muchos detractores, pues tiene una actitud que rompe con todos los estereotipos del tenista tradicional.
Es costumbre que en los partidos donde juega siempre da de qué hablar y su último partido en el Masters de Cincinnati no fue la excepción.
El tenista de 24 años perdió el control en medio de su partido en contra del ruso Karen Jachánov, donde no dejó de externar su descontento con las decisiones del juez.
En un momento de arrebato, Kyrgios pidió permiso para “ir al baño”, no sin antes aventar su botella de agua a la silla del juez. Tomó sus raquetas y abandonó el campo sólo para estrellarlas contra el suelo dejándolas inservibles.
Regresó al partido, momento en el que fue amonestado por segunda vez. El cotejo siguió su curso y Nick perdió su partido (7-6, 6-4, 2-6) en la ronda de 32.
Al finalizar el encuentro se dio la mano con Jachánov y se despidió del juez con un escupitajo a su dirección.