Mientras el balón rodaba en México, durante el , la vida seguía su marcha. En Perú , el mismo día que inició la Copa del Mundo, un sismo de 7.8 grados en la escala de Richter azotó la región de Ancash y provocó aluviones (grandes desprendimientos de tierra arrastrados por un río).

Esto causó cerca de 70 mil personas fallecidas. De inmediato, las muestras de apoyo se presentaron. La selección peruana , liderada por la mejor generación en su historia, con jugadores de la clase de Héctor Chumpitaz, Pedro León, Hugo Sotil y Teófilo Cubillas, se manifestó y le dedicó su participación en la Copa del Mundo a los fallecidos en su país.

En su primer partido, ante Bulgaria, lucieron un brazalete negro en su brazo derecho, en señal de luto.

La Federación Mexicana de Futbol, presidida por Guillermo Cañedo de la Bárcena, promovió que —al terminar la Copa del Mundo— se organizara un juego en beneficio de los damnificados peruanos, entre seleccionados de América y Europa.

 

La principal tarea para eso era convencer al inglés Sir Stanley Rous, presidente de la FIFA, para que permitiera organizar ese famoso encuentro, que estaba programado para el 23, dos días después de terminada la Copa del Mundo.

Mientras, en el campo, la selección de Perú desplegaba un gran futbol. En su juego inaugural, derrotó 3-2 a Bulgaria. En el segundo, le metió otros tres goles a Marruecos y en el juego que cerraba su Grupo, cayó 3-1 ante Alemania Federal.

En cuartos de final, llegó la prueba de fuego, nada menos que enfrentarse con el favorito: Brasil. El partido se celebró en el estadio Jalisco. Rivelino abrió el marcador y Tostao amplió. En el segundo tiempo, Tostao anotó el tercero. Félix Gallardo hizo el primero de los peruanos y Cubillas dio esperanzas, pero Jairzinho firmó el triunfo de los brasileños.

Perú fue eliminado, pero los de esa selección fueron recibidos como héroes nacionales a su regreso al país, que halló remanso entre la tragedia.

edgar.luna@eluniversal.com.mx

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