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Eran tiempos en donde la juventud, en todo el mundo, tenía hambre de opinar, de ser escuchada, de ser tomada en cuenta. México no fue la excepción. Era 1970. El país aún no se reponía de los sucesos estudiantiles de octubre de 1968 en Tlatelolco, y la popularidad del presidente Gustavo Díaz Ordaz no era la mejor.
El día de la inauguración de la Copa del Mundo, el domingo 31 de mayo de 1970, “le silbaron al presidente, había protestas a las cuales había que tenerles respeto”, recuerda Ignacio Basaguren, seleccionado mexicano en aquel Mundial, a quien nadie le platicó, a quien nadie le contó. Él estuvo ahí ese domingo en el partido inaugural ante la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, “sí, le chiflaron, desde el 2 de octubre se volvió muy rudo gobernar” .
El Azteca fue el mejor refugio para la Selección Mexicana que participó en el Mundial del 70. “Los rivales se sofocaban. A la URSS le empatamos. Bélgica era la sensación de Europa y se le ganó, igual a El Salvador”.
Y de un momento a otro, la Selección dejó de jugar en el Azteca, la localía para el juego contra Italia por los cuartos de final, se fue a Toluca: “Ordaz, dicen, mandó un telegrama a la FIFA para que México saliera del Azteca. Contra la URSS la gente fue a festejar al Ángel, a muchos lugares emblemáticos de la Ciudad de México, no se diga contra El Salvador, hubo mucha algarabía, los taxis sonando su cláxon, en todos lados y contra Bélgica no hubo quién durmiera… Imagínate lo que hubiera pasado si se le hubiera ganado a Italia, todos hubieran salido de sus casas para ir a festejar”.
Y eso, ese supuesto, no le gustó a las autoridades de ese tiempo, “y se dio el cambio a Toluca”…
Allá, en la entonces Bombonera. “Fue un desastre. El campo era duro, no estábamos acostumbrados. Luego vino el primer gol de ellos (los italianos). El tiro de (Luigi) Riva no iba tan fuerte, el Kalimán (Javier Guzmán) lo desvió, (Ignacio) Calderón estaba en el suelo, tenía que levantarse, pero se tardó, nos empataron al final del primer tiempo y bueno… Luego vino la goleada.
“Cuenta la leyenda que en los vestidores, el Cuate dijo: “¿Qué podía hacer con esa defensa? Eso lo escuchó el Halcón (Gustavo) Peña y se le fue encima, le quería pegar… Yo no lo vi, pero eso es lo que cuentan”,
Al final, el cambio de sede no fue necesario… La Selección fue eliminada y no hubo manifestaciones, esas de las que, dicen, tanto miedo tenía el gobierno.
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