Ayer 21 de abril, el equipo de la Máquina Cementera de Cruz Azul vivió su último partido en la que durante 22 años fue su casa, el estadio Azul .

Durante la última semana, el tema que más relevancia tuvo en los medios de comunicación fue que el equipo celeste se mudaría al estadio Azteca a partir de la siguiente campaña, debido a que el recinto de la colonia Noche Buena será demolido, sin embargo, jamás se habló de un tema con demasiada relevancia: la afectación que tendrán los cientos de vendedores ambulantes, para quienes tal vez, era su única cuente de ingresos.

“Hemos trabajado aquí durante 30 años”, expresó para EL UNIVERSAL Deportes Alfredo , uno de los tantos vendedores ambulantes que cada 15 días, recibía un ingreso para su familia.

La nostalgia invadió a doña Lupe cuando nos contó que “el mayor miedo que tenemos es que no sabemos qué pasará con nosotros, no nos han dicho si nos moverán a otro lado”. Además, aclaró que pese a trabajar también en la Plaza México “este changarro era el que más dejaba (dinero) y lo malo, es que no se dan cuenta que a los que afectan realmente son a nosotros”.

Una de las entrevistadas, quien no quiso revelar su nombre, se sinceró y expresó que lo que más le duele “es que terminen con muchos años de tradición familiar, más de seis generaciones hemos estado aquí al pie del cañón”.

Con voz entrecortada, nos reveló que “no solo era un ingreso para nosotros, sino que, era parte de la educación que nuestros padres nos dieron, así como ellos lo recibieron de nuestros abuelos y que nosotros se lo estábamos enseñando a nuestros hijos”.

Para don Arturo , su mayor miedo “es no saber qué pasará con la mercancía”, pues es parte del grupo de vendedores de playeras que se distribuían en las inmediaciones del recinto.

“No nos han dicho nada, y nomás nos tienen aquí, con el Jesús en la boca porque ni siquiera se acercan (los jefes) a decir algo”, reveló con un notorio temor en su voz.

El momento más nostálgico, se vivo en el puesto de la señora Concha , quien trató de contener las lágrimas y hablar con un gran nudo en la garganta, al afirmar que le duele que el estadio vaya a ser demolido, pues para ellos es parte de su vida y su cotidianidad.

“Es bien feo eso de que ya lo vayan a tirar para construir una placita, deberas que no se ponen a pensar en que a nosotros nos duele, no no más veníamos a vender, también le tenemos harto cariño al equipo”.

La gran incógnita para todos y cada uno de nuestros entrevistados, es el futuro inmediato, pues con la mudanza que se prepara la el siguiente torneo al Coloso de Santa Ursula , es saber si tendrán oportunidad de vender en las inmediaciones de dicho estadio.

No cabe duda que el futbol es el deporte que levanta pasiones y desborda ese amor interno de cada uno de los aficionados, sin embargo, no deja de ser un negocio que involucra a miles de familias mexicanas que hoy están a punto de perder su fuente de ingreso.

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