Hace tres años y medio que Yasser Corona dejó de ser jugador de futbol. Pero eso no significa que su vida acabó. El exfutbolista siguió adelante, se reconstruyó a sí mismo y ahora trabaja para seguir ligado con el futbol como director técnico.
Pero no lo niega: “Extraño patear el balón, extraño echar la cascarita con los amigos”.
Yasser está en Barcelona, allá estudia, allá pasó la cuarentena por coronavirus , allá ve hacia su futuro. “Estamos en fase dos, a punto de salir. Ya podemos salir a ciertas horas con los niños, y a ciertas horas a solas, vamos bien, hace algunas semanas no podías asomarte a la calle si no era para ir a la farmacia o por víveres, si te agarraban en otra cosa, te multaban, de 100 a 300 mil euros [130 a 350 mil dólares], y no estamos para eso”, dice Yasser.
Fueron en un juego de Copa ante los Correcaminos, celebrado el 1 de febrero de 2017, los últimos minutos. Yasser se preparaba para despejar una pelota con la cabeza, pero un delantero del equipo rival lo chocó por la espalda, un golpe que le lesionó las vértebras, y lo retiró como futbolista.
Los primeros informes señalaban que el defensor pudo quedar inmovilizado, paralítico, pero no, Yasser Corona no iba a dejarse derrotar, “trabajé para volver, hoy puedo caminar, o más bien cojeo como futbolista de los ‘60 o ‘70 que quedaban con una rodilla mal, pero estoy bien, muy bien”.
No hubo tiempo para lamentarse, “enseguida puse mi cabeza a trabajar, cambié el chip y di el paso siguiente: ser director técnico”. Y para conseguirlo, qué mejor que ir a donde se juega el mejor futbol, a Europa, específicamente a España y más en detalle, a Barcelona. “Es la meca del futbol, ha implementado un metodología que llama la atención a nivel mundial. Ya hice un máster en alto rendimiento, he hecho varios cursos más y ahora trabajo para tener la licencia de la UEFA, que me permitirá trabajar aquí”.
Ha superado aquel momento, pero no olvida… “extraño jugar. Extraño echar una cascarita con mis amigos. He vuelto a pararme en una cancha, pero no es lo mismo.
Tenía claro que el futbol algún día se iba a terminar, pero no así. Aún quería jugar, competir por ir a un Mundial… Ahora, lo más parecido a estar en la cancha es ser entrenador, y es la forma de agradecerle al futbol todo lo que me dio, porque desde los tres años de edad lo jugué”.
Agradecido con Xolos, porque “me ofrecieron trabajo de por vida”, Yasser sigue en su lucha, lejos de su país, de las canchas, pero de pie, aunque no patee una pelota.