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Más de un mes sin partidos en los estadios del futbol mexicano y la pregunta es... ¿De qué viven todos los vendedores de papas, cervezas, refrescos, paletas, playeras, tacos y hasta los revendedores que hoy no tienen dónde trabajar?
La realidad es que de muy poco, porque todos estos comerciantes prácticamente han dejado de ganar, y no hay quien los respalde, dentro o fuera de los inmuebles.
Uno de los vendedores que se mueve entre el Estadio Azteca, Ciudad Universitaria, el Azul, el Nemesio Díez de Toluca, y los foros de espectáculos como el Auditorio Nacional, Palacio de los Deportes, Plaza México y Foro Sol, revela a EL UNIVERSAL Deportes todo lo que dejan de percibir en estos tiempos de coronavirus , en los que los espectáculos deportivos y musicales están detenidos, pero —de igual forma— revela todos los movimientos turbios que hay dentro de este negocio, en el que se gana poco en lo legal, pero mucho en lo ilegal.
“Mucha gente depende de este ingreso, lo acepto, pero no en su totalidad”, menciona el vendedor, quien pidió el anonimato.
“Y la verdad es que no hay apoyo de ningún tipo, pero también podemos decir que se gana muy bien por fuera, además de que muchos, la gran mayoría, tiene otro trabajo”.
En cuestión de números, “cuando hay trabajo, se gana a manos llenas. Un trabajador se puede llevar por noche de dos a tres mil pesos, pero por fuera de ocho a 10 mil”.
Hay un sindicato de vendedores en el Azteca, “la sección 14 de la CTM, antes era la cuatro. ¿Qué nos han dado en esta contingencia? Nada. El Sindicato sólo sirve para cobrar cuotas y quedar bien con los jefes, la empresa EUREST.
Cuando a los vendedores los asaltan, les pegan, sobre todo en la zona de la porra del América, o sufren un accidente, no les apoyan en nada”. Así que, aunque no vendan ahora, “no lo resentimos mucho. Tenemos trabajo fuera. También hay algunos niños, que no debería ser, menores de 12 años de edad, y jóvenes estudiantes. Lo vemos como un extra. Hay muchos que en realidad no tocan su sueldo de trabajo regular y viven de lo que sacan cada ocho días, aunque sí duele este cierre”.
¿Y los que están fuera? “La mayoría tiene otra chamba igual, pero lo que más ha afectado son los cambios de horario. A los que vendemos dentro, cuando el América juega a las 9 (21:00 horas), la gente viene menos, y no alcanzamos el metro. Lo que llegamos a ganar se nos va en el taxi. La señora de los tacos dice que cuando hay juego a las 5 [17 h horas], vende 15 kilos de tortillas, cuando es a las 7 [19 h], vende 10, pero cuando es a las 9 [21 h] no llega ni a cinco, y los revendedores igual; si a las 5 vendían 10 boletos, a las 9 sólo dos. Hasta hicimos una carta para que cambiaran de horario, pero no nos hicieron caso”.
edgar.luna@eluniversal.com.mx