Jonathan Rodríguez
es el héroe celeste. Con nueve goles, el uruguayo es la figura del Cruz Azul.
El parón de la Liga MX por el coronavirus simplemente congeló su racha positiva, con mucho por mostrar en el torneo.
Surgido del Peñarol
, el charrúa no es un desconocido en destacar dentro de un club grande. El Cabecita se tardó en explotar con La Máquina, pero en cuanto logró romper una red, ya no se detuvo.
“Es un jugador sin techo. Todavía le falta mucha pila para llegar a su máximo potencial”
, narra vía telefónica Jorge Gonçalvez, quien fue entrenador de Rodríguez en Uruguay y exjugador cementero.
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“Conociéndolo, se tuvo que acostumbrar al Cruz Azul, pero nunca dudé que iba a brillar. Lo mismo le sucedió cuando era un juvenil. En ocasiones le costaba mucho y dudaba si continuar en el futbol o no”, agrega el extécnico del Peñarol.
A pesar de las batallas internas que sufría el Cabecita en Montevideo, mientras extrañaba su hogar en Florida, Gonçalvez siempre confió en su potencial.
“Me tocó entrenarlo desde inferiores; traté de llevarlo, ayudarlo y motivarlo. En la cancha nadie podía marcarlo, era muy veloz y con muy buena definición. Cuando yo agarro al primer equipo, coloqué [de titular] a Jonathan porque no había defensa capaz de frenarlo. En un clásico, frente al Nacional, hizo dos goles increíbles y la afición empezó a quererlo”, recuerda.
En 2015, con 20 tantos y ya convocado a la selección uruguaya, el Cabecita fue firmado por el Benfica para brillar en Europa, pero no fue el caso. En menos de dos años, el charrúa viajó a la Liga MX, donde fichó con el Santos.
“Salir a Europa le costó mucho, porque era muy joven, pero lo ayudó mucho; se hizo mejor jugador, más pensado. Cuando se fue a México, sabía que iba a romperla y velo ahora, campeón [Clausura 2018] y acutal líder de goleo”, presume.