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Es la rivalidad más añeja del fútbol mexicano. Inclusive, considerada por algunos como la más pasional. Bastaba salir a las calles de Guadalajara para percatarse de la esencia que distingue al Clásico Tapatío .
El escenario era perfecto, la experiencia completa. El libro de historia resguardado en el Estadio Jalisco tenía lista una página en blanco para plasmar los hechos de un choque más. Los equipos llegaron al inmueble, al igual que las barras, ambos con el mismo objetivo, dejar el alma en la cancha.
Chivas entendió todo desde el principio. Se necesitaba ser letal al momento de atacar. Al 17’, Jesús Molina soltó el primer disparo a las redes para abrir el marcador a favor de los rojiblancos.
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Al 32’ y 37’, Vega y Nervo se despidieron temprano del encuentro y con sus respectivas expulsiones. El partido, con 10 de cada lado, le abrió la puerta a la verticalidad y lo aprovechó el Rebaño por conducto de JJ Macías. El canterano marcó por segunda fecha consecutiva al 41’.
Atlas despertó al 85’ por la vía penal, con un gran cobro de Mauricio Cuero . El oxigeno llegó, pero muy tarde. Chivas ya era dueño del partido, de la ciudad y de todo Jalisco.
Rafa Puente sigue en caída libre y hoy, ha conocido el sabor más amargo como entrenador del Atlas. Perder su única aspiración, ganarle al odiado rival.