Portugal

se convertirá el miércoles en la segunda liga de primer orden en reanudarse, tras la Bundesliga el 16 de mayo, pero la desunión que reina en el seno del luso rodea este reinicio de numerosa inquietudes.

La autorización para reanudar la competición, interrumpida a diez jornadas del final por la pandemia de coronavirus , contaba con un riguroso protocolo sanitario, pero algunas recomendaciones chocaron con los intereses particulares de los clubes.

La Dirección General de Sanidad deseaba, por ejemplo, que se jugara en "el menor número de estadios posibles", pero al final, 16 de los 18 conjuntos jugarán en sus propios recintos.

Las dos excepciones, que jugarán en cuartel general de la selección portuguesa, son el Santa Clara, club del archipiélago de las Azores que decidió instalarse en el continente para evitar idas y venidas, y el Belenenses, que ya no jugaba en su estadio histórico debido a un conflicto entre el club y la dirección del equipo profesional.

 

Otro ejemplo de este enrarecido ambiente es que la proposición de la Liga para autorizar cinco sustituciones está bloqueada por la oposición de un único club, el Maritimo de Madeira que, al contrario que el Santa Clara, seguirá jugando en su isla.

En cuanto se cierre esta 25ª jornada, el presidente de la " Liga Portugal ", el exárbitro internacional Pedro Proença, afrontará el lunes numerosas críticas en una asamblea general que reunirá a los clubes en pie de guerra.

Acusado por el Porto de dirigir la actual rebelión contra la dirección de la Liga, el presidente del Benfica Luis Filipe Vieira reconoció el lunes estar "indignado" por el descubrimiento de una carta de Proença, donde éste último pedía ayuda a responsables políticos para que algunos partidos pudieran ser retransmitidos en abierto y evitar reuniones de aficionados.

Algunos clubes, como el Benfica y el Braga, no han visto bien que Proença se arriesgue a ponerse a mal con los operadores que les pagan sus derechos de retransmisión.

Los encuentros se difundirán pues por cadenas de pago, obligando a la policía a diseñar un importante dispositivo para evitar que los aficionados se reúnan sin respetar las medidas de distancia social en vigor.

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