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De ovaciones estuvo llena su vida, y en ese tenor se fue. Por última vez, Ignacio Trelles dejó su hogar, el mismo en el que, según su hija Leticia, "se refugió" durante más de 50 años.
Aunque falleció desde las 19:45 de ayer y a pesar de que lo hizo en el marco de la pandemia del coronavirus , sus allegados se dieron cita toda esta jornada en la sala de su casa, para despedirlo de forma presencial.
Quizá, en otras circunstancias de salud colectiva, la multitud habría sido mayor, pero eso, lejos de causar un lamento, significó el adiós que Don Nacho hubiera deseado, de acuerdo con Leticia.
Desde temprano, una docena de arreglos florales adornaban el jardín en el que, cuentan, el legendario entrenador se desprendía del personaje para liberar a la persona, esa de la que no se encuentra una descripción negativa.
Dieron las 19:30. Casi 24 horas habían transcurrido desde que su corazón falló y desde que la leyenda se erigió como tal. Vecinos se congregaron alrededor de la entrada y, aunque ya habían dado el pésame a los familiares, reiteraron su solidaridad en el complicado momento.
La carroza fúnebre ingresó al patio de la casa. Algunos lloraban y otros aplaudían, pero cuando ésta comenzó a ir en reversa, aparecieron los gritos: "¡Gracias, Don Nacho!", "¡Lo queremos!", "¡Te amo, papá!".
Instantes después, hubo silencio . El cuerpo del gran Ignacio Trelles había salido de su casa, para nunca más volver, como si lo hará el recuerdo de las hazañas que lo convirtieron en una gloria del futbol mexicano.