Berny Ulloa no está dispuesto a que Hugo Sánchez Márquez lo acuse de haber amañado el partido de semifinal de vuelta entre el América y el Monterrey de la temporada 1992-93.
El ex árbitro costarricense irá a tribunales mexicanos para denunciar por la vía penal y civil al Pentapichichi, luego de que éste lo señalara por presuntamente arreglar ese encuentro, en el que se le anularon tres goles a las Águilas por fuera de lugar inexistentes.
“Me duele mucho, porque para mí, Hugo fue un jugador excepcional. Lo admiro, pero si quería hablar de eso [amaño] debió hacerlo en el momento en que se acabó el partido, denunciarlo y no tanto tiempo después para dañar mi imagen y mi buen nombre”, lamenta Ulloa en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL.
“Soy abuelo, tengo nietos, vivo de negocios y eso [las acusaciones] le afectan a uno. Después de tanto tiempo, sale a decir que yo recibí un soborno de ese juego; esto no va con la personalidad y lo que significa Hugo para el mundo del futbol”, añade.
El ex nazareno contrató a un bufete de abogados mexicanos para llevar ante la justicia al ex delantero americanista.
“Ya estamos en los trámites de la denuncia. Él va a tener que comprobar de dónde viene el amaño y por cuál vía fue eso que ha mencionado. Tengo que defender mi honor”, indica.
El paso de los 24 años del polémico encuentro entre capitalinos y regiomontanos ha sido insuficiente para borrar los recuerdos de Ulloa. Aún tiene presente cómo se dio su presencia en el Coloso de Santa Úrsula para ser el impartidor de justicia del duelo.
“Me llama [Edgardo] Codesal [entonces titular de la Comisión de Árbitros] Me invitaron al partido de semifinales, porque los americanistas no quería árbitros mexicanos. Fui, hice mi trabajo, salí satisfecho. Son tragos amargos, pero por lo demás, todo tranquilo”, analiza.
Explica que cada gol anulado a los emplumados se debió a que “me tenía que morir con lo que me decía el asistente”.
Cuando el otrora denominado juez de línea levantó su bandera, el silbante central tico determinó que las anotaciones, en apariencia legítimas, de Germán Martelotto, Luis Roberto Alves Zaguinho y Pedro Pineda jamás subieron al marcador. De ahí, que Hugol se indignara.
“Es una situación que yo no es que le voy a echar la culpa al asistente. Yo muero con él y respeto su decisión. En estos casos se ampara a lo que el asistente diga, si se equivoca, me hace equivocarme a mí. Yo acaté”, enfatiza.
“El asistente era Francisco Sánchez, meto las manos al fuego por él; Hugo no tiene derecho a ponerme en entredicho a mí, ni al club Monterrey, porque quiere decir que pagó”, rechaza Ulloa.
—¿Se arrepiente de haber arbitrado ese partido?