Ronaldo de Assis Moreira ha entrado con letras de oro en la historia azulgrana, y pesar de un declive inexplicable en el Barça, su corto periodo desde el verano del 2003 hasta el del 2008 se mantiene vivo en la mente de los aficionados azulgrana, ya que su contribución a la recuperación de un moribundo equipo por entonces fue vital.
Desde su primer gol contra el Sevilla (1-1), en el Camp Nou aquel extraño partido de Liga de madrugada, el barcelonismo vivió una matrimonio a prueba de bombas con su astro, hasta que el brasileño prácticamente dimitió de su corona y fue traspasado al Milán en el 2008, cuando entró Josep Guardiola en el vestuario.
Con el Milan, Ronaldinho regresó un verano al Camp Nou, cuyo público no le recriminó nada y le brindó un homenaje sin igual.
El trono de Ronaldinho se lo entregó a un joven Lionel Messi, quien a su lado recogió el testigo para impulsar aún más hacia arriba al Barcelona, hasta la fecha.
Ambos jugadores, a pesar de haber compartido el vestuario pocas temporadas, han establecido una gran amistad, que queda enfatizada cada vez se encuentran en un acto.
El Barcelona firmó un contrato con el brasileño para que éste ejerza como embajador, además de jugar partidos con los Barça Legends, donde sigue mostrado huella de su sello futbolístico.
En el anuncio ayer de su despedida oficial del fútbol profesional, el hermano y representante de Ronaldinho anunció ayer al diario O Globo que para el adiós del 'crack' brasileño se perfila un partido de fútbol después del Mundial de Rusia, que podría jugarse en Barcelona, aunque no concretó mucho más.
"Él paró. Acabó. Vamos a hacer algo grande, algo bueno, después de la Copa de Rusia, probablemente en agosto", señaló Roberto de Assis Moreira a O Globo.