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gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx
Houston.— A un uruguayo no se le puede dar una pelota parada, tarde o temprano acabará con su rival de esa forma. En el Mundial de Rusia anotaron siete goles, de los cuales cinco fueron a balón parado. Así, con la especialidad charrúa, tuvieron que pasar sólo 41 minutos para que anotaran tres goles de esa forma: uno en tiro de esquina, uno de tiro libre y otro de penalti.
Y cuando se pensaba que no podían ser más humillados los mexicanos, Luis Suárez se empeñó en ridiculizarlos. Inició con un tiro libre que evidenció la falta de concentración, poco después tirando un penalti a lo Panenka, pero lo más profundo debió ser el pase de rabona que derivó en el cuarto gol.
Uruguay es un equipo muy bien formado, de los 11 que jugaron ayer, nueve estuvieron de titulares en el último partido de la Copa del Mundo. Solamente faltaron Nahitan Nández y Christian Stuani (ingresó en el segundo tiempo), obviamente también Edison Cavani, quien no estuvo en los cuartos de final contra Francia por lesión.
Poderosos, con mucho talento y sobre todo con un gran conocimiento de lo que manejan a la perfección, su defensa y las pelotas paradas. Y si hubieran tenido un poco más de ambición, golean a la Selección Mexicana, que no metió las manos en todo el partido, aunque antes del primer gol por lo menos tuvieron valentía para ir al frente, sin orden, pero al frente.
Cuando Tuca lo ubicó en el lugar de Hirving Lozano provocó el segundo penalti de la noche para México, aunque Raúl Jiménez echó todo a perder al evidenciar su disparo,que fue detenido con facilidad por Fernando Muslera.
Inicia el proceso con un resultado que hará desesperar a más de uno, en otros se escuchará a grito tendido pedir a los eternos futbolistas.
Y aunque no debe ser un condicionante el resultado, la percepción es de desánimo.