¿Cómo explicar un disparate mundial? Difícil tomar dimensión del escándalo que este domingo terminó en la suspensión del partido entre Brasil y Argentina en el estadio de Corinthians , en San Pablo. Tal vez, las palabras de , en una conversación con Tite, Neymar, Casemiro y una autoridad sanitaria local, hayan aportado algo de sentido común: “Hace tres días estamos acá, ¿esperaron a que empiece el partido para venir?”, se escuchó de boca del capitán argentino y captaron las cámaras de TyC Sports . El 10 ya no lucía su número: tenía una pechera de fotógrafo.

Messi

se refería a la manera en que se disparó un conflicto que escaló más de lo predecible. Es que Anvisa, el órgano sanitario brasileño, quiso quitar de la cancha a los futbolistas argentinos que militan en la Premier League inglesa. El partido apenas había empezado cuando una persona de jeans y remera, con un papel en un bolsillo trasero del pantalón, irrumpió en el campo. No era uno de esos que quieren pasearse desnudos y salir en la TV: se trataba de una autoridad sanitaria que quería hacer valer la determinación del órgano: que Emiliano Martínez, Emiliano Buendía, Cristian Romero y Giovani Lo Celso no formaran parte del espectáculo.

La secuencia empieza con el entrenador brasileño expresando su enojo por cómo se dio la situación: “Lo hubieran hecho antes, antes, así como hicieron, no”, apuntó Tite. Luego, continuó Messi, con determinación: “Nos vamos”. Entonces intercedió el delegado de la CBF: “Lo hicieron de una manera equivocada, pero avisaron antes que los jugadores estaban informados”. Messi insistió con su reclamo original: “Hace cuatro días que estamos acá. Hubiesen venido el primer día, así no...”, comentó, sin perder la calma. Lo interrumpió Tite: “¿No les avisaron?”, a lo que el 10 de la selección dijo: “No nos avisaron nada”.

La discusión continuó con Lionel Scaloni , que se sumó a la charla: “¿Por qué no fueron a buscarlos al hotel?”, y agregó: “La Conmebol dijo ‘Pueden jugar’. Se acabó, no me busques donde no hay. Te lo pido por favor”, le apuntó el DT al integrante de la CBF. En el cierre del tenso diálogo, el capitán argentino volvió a expresarse: “Hace tres días estamos acá, ¿esperaron a que empiece el partido para venir? ¿Por qué no avisaron antes? Si no pasa nada, avisaban, se iban y listo. Tenían que ir al hotel”. Luego, Casemiro le puso un freno a Messi y la conversación finalizó.

La noticia dio la vuelta al mundo rápidamente: que un Brasil-Argentina se suspenda por una situación así es algo que no se encuentra en ninguna bibliografía. Hasta el capítulo de hoy. En un momento, esa persona fue empujada por Nicolás Otamendi, lo que generó un tumulto general. Fue el principio del fin. A partir de ese momento, el campo de juego se llenó de personas que no estaban vestidas de futbolistas...

Las escenas curiosas siguieron al punto que los argentinos decidieron dejar la cancha y volver a los vestuarios, mientras los brasileños seguían en el campo, igual que el árbitro Valenzuela y sus asistentes, esperando una resolución. Un rato más tarde, el propio Valenzuela se fue de la cancha, por lo que el partido quedaba oficialmente suspendido.

Una hora después del escándalo, mientras los argentinos seguían en el vestuario, esperando el momento para retirarse del estadio rumbo al aeropuerto de Guarulhos y viajar hacia Buenos Aires, los jugadores de Brasil improvisaban un entrenamiento en plena cancha, con algunos de los 3000 espectadores que habían asistido todavía en sus asientos.

Nadie puede saber cómo se resolverá esta historia: si el partido se volverá a jugar o si se dará por terminado en un escritorio. Será una discusión larga, que ya comenzó. Lo que nadie podrá es tapar un escándalo mundial.

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