El Azteca cambia de humor, como el clima cambia. El estadio Azteca , el más grande y famoso de

, vivió de todo en el juego entre México y Honduras , antes de que comenzará, durante su realización, y posterior a su término. Había algo raro en el ambiente. Los revendedores se paseaban como siempre, ofreciendo su mercancía al por mayor, pero por alguna razón, ahora sí eran capturados.

Cayó el primero, venía en motoneta, lo bajaron, con la mercancía en las manos, y mientras le ponían las esposas, su acompañante corría desesperado hacia Insurgentes. Hubo agentes que intentaron detenerlo… Les fue imposible. Los catrachos iban y venían, contentos, felices, optimistas. Había quienes aseguraban que el marcador sería 3-1; otros se conformaban con el empate. Fiesta, baile, algunos coqueteos entre mexicanos y hondureñas, hasta que sucedió…

“Que no se los lleven”… “No dejen que se los lleven”… Agentes de Seguridad llevaban a tres revendedores esposados, los llevaban dentro del estadio, y alrededor de 20 revendedores los perseguían tratando de evitarlo. El enfrentamiento se dio. Volaron botes de basuras, también cubetas donde se enfriaban las bebidas y algunos palos… Acorralan a un policía… Un tipo con un cinturón se va contra él, aguanta un golpe, cuando va por el segundo un caballo se le va encima, los revendedores corren.

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“Abuso de autoridad”, gritan… “Somos revendedores, no ladrones”, aclaran…. Uno va ante la prensa y acusa: “Son unos rateros, lo hacen para robar. Me quitan la mercancía, mi celular y además nos golpean”. Se retiran… A los cinco minutos la actividad regresa a lo normal: “Cuántos boletos quiere”… “Tengo de todos lados”. Todo vuelve a la normalidad. El estadio Azteca se comienza a llenar. Sólo el 75 por ciento de aforo es permitido, pero se hace pesar.

Suena el himno de Honduras , hay algunos silbidos, algunos abucheos. Se toca el himno de México y todos cantan. La alineación de México se presenta: Ochoa es festejado, el “Chucky” le compite, pero quien se lleva las palmas es Raúl Jiménez . Todo el Azteca festeja que esté de vuelta, y aplaude, vitorea. Cuando se nombra a Gerardo Martino hay silencio… Uno que otro abucheo.

Comienza el juego. La gente se enciende. México domina, pero no anota. Gallardo falla un gran servicio que le da Jiménez … Llega una dura falta de Montes , y es amonestado; aparece una dura falta de Figueroa , y el árbitro estadounidense Ismael Elfaht no hace nada. La gente reacciona naturalmente, grita “Culero. “Culero”… También es ofensivo, y el sonido local reconviene.

Todo esto ante visores de Concacaf , que no pierden movimiento alguno, más allá de que buscan la clave del WIFI. El gol de Sebastián Córdova enciende el ambiente, algo que no parará más allá delas fallas de Jiménez , Lozano , Herrera . Otro grito desde las tribunas: “Fuera”. “Fuera”. La policía interviene y cerca de 10 personas son sacados del estadio. ¿La razón? No quisieron sentarse en sus asientos, lo que llevó a una bronca, lo que llevó al desalojo.

La gente no abucheó el término de la primera parte, conocedora sabía que vendría lo menor. Maynor Figueroa sacó el hacha y casi manda a Raúl Jiménez al hospital, así que se fue expulsado entre, otra vez, los gritos de “Culero”, y otra vez en el sonido local se llamó la atención. El árbitro, tranquilo. Salió Jiménez , entró Funes Mori , y la gente que lo abucheó, le aplaudió cuando marcó el segundo, aunque volvieron a darle la espalda cuando falló dos claras…

Y vino el fin de fiesta, Hirving Lozano era quien más lo había buscado, y fue quien más lo festejó su gol ya casi al final del juego. Fue una noche casi perfecta para la Selección Mexicana . Lo único malo, los gritos discriminatorios que se emitieron ya casi al final en la algarabía, y que no fueron del todo tapados por el sonido local.

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