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De joven, de niño, un tal Antoine Griezmann casi abandona el futbol. Decían que “estaba muy flaco, muy escuálido, que así no iba a progresar”.
Los clubes de Francia lo seguían rechazando, hasta que le llegó la oportunidad donde menos lo esperaba, en la academia de la Real Sociedad de San Sebastián y así el joven de apenas 15 años tuvo que irse de su ciudad para construir un sueño que se hizo realidad.
Pasaron los años y ese chamaco escuálido de ojos azules y cabellera rubia se volvió en un hombre de físico discreto, pero de gran talento futbolístico.
Hoy, Griezmann es campeón del mundo, se volvió el alma de la selección francesa que levantó la Copa FIFA en tierras rusas, venciendo en la final a Croacia, además es elPersonaje del año a nivel internacional de EL UNIVERSAL Deportes, elegido por los lectores.
En la Real Sociedad comenzó a despuntar. A muchos le llamaba la atención cómo ese galo escuálido marcaba goles, daba asistencias y ganaba partidos.
Llegó la evolución y tuvo que cambiar de aires para irse a la capital de España, a Madrid. Ya no era una promesa, era una realidad, mas sólo le faltaba por completar unba meta, una hazaña, ser campeón del mundo.
Inició el camino en contra de Australia, con un triunfo galo de 2-1, siendo autor de un gol; enseguida fue comparsa en la victoria contra Perú por 1-0 y cerró la primera fase sin brillar en el empate a cero frente a Dinamarca. En octavos de final sudó y marcó gol, para eliminar a Argentina (4-3); en cuartos refrendó el triunfo frente a Uruguay (2-0) festejando otro gol, y en semifinales, ayudó con su clase a derrotar por la mínima diferencia a Bélgica.
Llegó la final y con un gol, de penalti, abrió el camino al segundo título mundial de los franceses, en esa noche gloriosa del estadio Luzhniki de Moscú.