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Mendoza.— Se acabó el suplicio, se terminó la pesadilla.
La Selección Mexicana volvió a perder, otra vez, por 2-0, ante Argentina, en un duelo insulso, de poca calidad y poca energía.
Fin a un semestre que sólo sirvió para ganar dólares, fin a un semestre que sólo sirvió para ganar tiempo a los directivos.
Fin a un semestre que no le sirvió de mucho al futbol mexicano, más allá de lo que diga el técnico interino, Ricardo Ferreti, quien entregó números terribles en su segunda gestión con cinco derrotas por sólo una victoria.
Del partido hay muy poco que hablar. Al minuto dos, Mauro Icardi, aquel que “no quieren” en la selección argentina por líos de faldas, mostró que es una auténtica “bestia” al llevarse a tres defensas mexicanos y definir magistralmente sobre Jesús Corona.
Y al final del encuentro, al minuto 86, en un contragolpe, Paulo Dybala concretó con una tranquilidad extrema.
No más.
En el primer tiempo, el Tricolor disparó sólo una vez a la portería rival, un tiro libre que Víctor Guzmán mandó a la tribuna.
El resto del partido naufragó entre el aburrimiento y la poca intensidad. Entró Jesús Gallardo y por la izquierda tuvo las dos mejores oportunidades que se generaron. En la primera, un cabezazo a boca de jarro, mandó el balón por encima del marco y en la segunda, cuando había desbordado de gran manera terminó la jugada con un centro que pareció tiro.
Ya cuando se iba a acabar el partido, vino un contragolpe. Giovanni Simeone desbordó por la izquierda y le cedió la pelota de forma precisa a la Joya Paulo Dybala, quien anotó de zurda para sellar la victoria sudamericana.