El éxito en el futbol americano profesional basa su éxito, más que en la fuerza y la potencia, en la repetición y el ensayo.
Los domingos los aficionados ven al receptor voltear la cara en el último momento y levantar las manos a centímetros del final de la cancha para atrapar el pase, o al quarterback que lanza la pelota a un punto sin ver dónde está su compañero.
Para el Super Bowl LVI , tercera aparición de los Bengals en busca de su primer título, dos jugadores destacan no sólo por su calidad, sino por lo bien que se conocen.
Ja’Marr Chase
, líder receptor del equipo, ganador del premio al novato del año, ha causado impacto inmediato en la Liga por hacer buena esa premisa de los receptores: bola que toca, bola que atrapa.
Pero tal vez, parte del secreto de Chase es su conexión con Joe Burrow , el quarterback. Podría ser anecdótico que ambos fueron seleccionados en la primera ronda del draft, en 2020 y 2021, respectivamente, y que los dos se graduaron de la Universidad de Louisiana State.
Hay una comunicación establecida a lo largo de los últimos tres años. Cuando Ja’Marr llegó a LSU como novato, en 2018, la estrella del equipo era Burrow. Al año siguiente, cuando se proclamaron campeones de la NCAA tras arrollar a Clemson en la final, Chase se destapó con 221 yardas ganadas en nueve recepciones, mientras que Burrow lanzó para 463 yardas, cinco anotaciones y hasta se dio el lujo de ganar 58 yardas por tierra.
En ese partido culminó el trabajo de un año que llevó a la dupla Burrow-Chase a conectar en 84 ocasiones para 20 touchdowns. En esa fiesta ofensiva, el dúo lució imparable. Tras una interrupción de meses, retomaron la comunicación justo donde la dejaron y ante una defensiva feroz como la de los Rams, esa comunicación puede ser el factor que incline la balanza, por fin, hacia Cincinnati .
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