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Imagina que acabas de salir de la universidad y tu primera propuesta de trabajo es con una compañía en la que a todos les gustaría estar —casi tan divertido como Google— pero que sólo te concede tres días para mostrar tu potencial y decidir si te dan un contrato más extenso.

Bueno, pues eso es lo que está viviendo el quarterback mexicano Luis Pérez, quien el domingo recibió una invitación por parte de los Rams para competir por un lugar en el roster de la próxima temporada.

El 9 de mayo, Pérez se unirá al campo de entrenamiento de los Rams. Cada jugada, pase o hasta la forma en la que toma agua será un examen en el cual la única calificación que aprueba es el 10 y eso es para obtener un puesto de suplente ya que a menos que suceda una “desgracia” Jared Goff será el quarterback que tome el primer balón de los Rams.

Para muchos de nosotros tres días es poco tiempo para cualquier cosa que disfrutemos, para Luis es la oportunidad que puede cambiar su vida.

“El domingo mi agente me habló y me dijo que tenía una invitación con los Rams de Los Ángeles. Son tres días los que estaré con ellos. Para mí representa la ventana que siempre había esperado”, contó Pérez en entrevista con EL UNIVERSAL.

El mexicano no fue seleccionado en el Draft. De hecho, él sabía que tenía pocas posibilidades de que eso sucediera, por lo que no se intimida ante el reto de iniciar desde abajo, de hecho está acostumbrado a ser desconocido.

En 2013, Luis se matriculó en Southwestern College, un colegio que prepara a los estudiantes para dar el paso a una universidad.

En el centro escolar de San Diego —a unos cuantos kilómetros donde nació— Luis llegó ante el entrenador del equipo de futbol americano y con valentía, aunque muchos en ese momento lo consideraron una desfachatez, pidió jugar de quarterback sin antes haber lanzado un pase en su vida.

“El coach Ed Carberry me preguntó que en que secundaria había jugado, si tenía videos de mis jugadas más destacadas. No tenía nada”, dijo Luis.

En realidad el mexicano sí contaba con algo: ganas. Al otro día se presentó en el campo y con una utilería tan grande que lo hacía ver como si portara el saco de papá, se formó detrás de ocho quarterbacks con mejor currículum que pelearían por la titularidad.

Día a día, ya fuera por lesión o transferencia a otros equipos, Pérez fue filtrándose hasta que se obtuvo el primer puesto. El mexicano estuvo en el lugar correcto y en el momento perfecto.

“Las cosas se fueron acomodando y yo siempre he pensado que puedo jugar y ser titular en cualquier equipo, no veo por qué no pueda hacer las cosas para que mis sueños sucedan”.

Dos años después, Pérez se transfirió a Texas A & M-Commerce, universidad de la NCAA División II donde guió a su equipo en 2017 al título nacional y con los que consiguió el Trofeo Harlon Hill que se entrega al mejor jugador de la temporada.

Pérez se puso en el radar no sólo de los scouts sino también de los aficionados que lo vieron disputar la final en televisión nacional.

Al terminar su elegibilidad, el mexicano realizó algunos entrenamientos con quarterbacks de la NFL, como Drew Brees, de los que aprendió la disciplina que se necesita para jugar en la liga y cómo se tiene que guiar a ofensivas llenas de estrellas.

Luis Pérez tendrá tres días para demostrar que puede jugar en la NFL, los Rams le abrieron la puerta y él tendrá en su mano cerrarla por dentro o por fuera.

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