Miami

.— Cuando estaba por cumplir 18 años, la vida de Daniel Rodríguez iba en una dirección contraria a la que quería. Con un bajo promedio en la preparatoria, sus opciones se limitaban a una universidad comunitaria.

Luego, pensó que era más que eso y decidió enlistarse en el ejército. El 3 de octubre de 2009, Daniel se encontraba de servicio en Afganistán, donde insurgentes talibanes atacaron a su agrupamiento y provocaron la muerte de ocho soldados estadounidenses.

Con fragmentos de bala en el hombro y cuello, lideró el escape de su batallón, por lo que fue premiado con el Corazón Púrpura. Sumido en una depresión posguerra, envió videos de sus aptitudes físicas a reclutadores para aspirar a una beca universitaria por futbol americano .

El entrenador Dabo Swinney, de Clemson, no quedó impresionado por la velocidad o físico de Rodríguez (1.78 m y 82 kg), pero la personalidad y ambición por superarse le valieron un ofrecimiento de beca.

En la primavera de 2012 Daniel volvió a pertenecer a una manada, a la de los Tigers, en donde conoció a Sammy Watkins. El ahora receptor de los Chiefs mantiene una relación estrecha con el héroe de guerra, a quien invitó a ser parte de su comitiva para el Super Bowl LIV.

“Nos volvimos muy cercanos en la universidad. Conocí su historia y sé que es un héroe. Estará conmigo el domingo”, contó Watkins. Cada jugador recibe 15 boletos de cortesía para el Super Bowl, con la opción de comprar otros 13.

“Es un hombre con el que entiendes que hay que pelear para seguir adelante”, compartió el receptor estrella de Kansas. Con una estatura baja, con relación al promedio de los jugadores de futbol americano, Daniel Rodríguez encarna el espíritu de Rudy, como muchos le apodaron en Clemson.

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