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Tori salió de su casa, enclavada en uno de los barrios más peligrosos de Mérida, Yucatán. Unas cuantas calles adelante, iba a la canchita del barrio, un lugar invadido por rateros, drogadictos, viciosos que sabían jugar al futbol.
Se acercó lentamente, tímida, los observó y preguntó: “¿Puedo jugar?”
Le permitieron entrar al grupo... y así comienzó a patear el balón en medio de los peores enemigos del deporte: vicio y delincuencia
Al final, eso a Tori, cuyo nombre es Aurora Montalvo, le ayudó a superar el alcoholismo, el salirse de su casa y hasta las malas amistades. Hoy, trabaja por sus sueños en una cancha sin los viciosos, aquellos que le enseñaron a patear un balón, ese objeto que se ha convertido en el eje de su vida.
Tori es parte de la selección que participará en el Homeless World Cup que comenzará el próximo martes en el Zócalo de la Ciudad de México. “Cuando estaba chica, mi familia tenía problemas económicos, tanto que al terminar la prepa dejé de estudiar”, compartió. “Luego empecé a irme de fiesta, a tomar, a echar relajo”.
Las botellas chocaban, las risas rompían la tristeza. Las drogas alegraban el momento, hasta que llegaba la hora de la realidad: “Me la pasaba bebiendo con amigas, no llegaba a mi casa, tomaba y tomaba, y al día siguiente seguía tomando...” Hasta que un día despertó y no supo en dónde estaba, “ahí supe que estaba mal y no lograría mi sueño”.
Y ese anhelo era muy sencillo, jugar al futbol: “Recordé cómo empezó todo, la canchita por mi casa. Cómo se juntaban las bandas, jugaba con ellos y veía cómo se drogaban, buscaban pleitos en otras colonias, acuchillaban gente”.
Así que era el momento de cambiar, “me alejé de esas amigas, de esos entornos, les sigo hablando, pero ahora mi vida es el futbol”.
Comenzó a entrenar en serio, a ponerse metas y tardó tres años en lograrlas: “Busqué ser seleccionada nacional en el Street Soccer y hasta este año lo logré”.
Tori jugará el Homeless y seguirá con sus estudios: “estoy en la carrera de cultura física y entrenamiento deportivo. Me veo en un futuro en el equipo de futbol de la Liga MX, ya estoy aquí y lo voy a aprovechar, porque en Yucatán es difícil que te observen, no hay nada por allá”.
Ahora está lejos de aquella cancha que le enseñó a patear el balón, pero también el vicio que casi destruye su carrera.