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alejandro.orellana@clabsa.com.mx
Hablar de los Juegos Olímpicos es hablar de la labor de Pedro Ramírez Vázquez; un estratega que dejó en la historia del deporte una visión clave para consumar el ambicioso proyecto.
Pedro Ramírez se puso una meta: convertir, en aquel entonces al Distrito Federal, en una ciudad fascinante y moderna que contara con suficiente infraestructura para ser una digna anfitriona.
Por su gran aptitud de resolver problemas de complejidad, fue invitado a ser el dirigente del comité organizador por el presidente Gustavo Díaz Ordaz en 1966.
En aquel entonces el nombre del arquitecto ya destacaba por ser el artífice de uno de los recintos más importantes del deporte: el Estadio Azteca, que significó uno de los trabajos más visionarios de la época.
Y aunque en primera instancia Ramírez Vázquez no había aceptado la oferta del presidente, ya que no tenía contacto con el deporte, una vez concluido el proyecto, culminó como una de sus obras más reconocidas.
En la visita de EL UNIVERSAL Deportes a las oficinas de Pedro Ramírez Vázquez, se recorrió parte de la historia que envuelve el espacio donde se gestó la planeación de los Olímpicos, Javier Ramírez Campuzano, su hijo, recordó cómo fue que su padre aceptó la propuesta de Díaz Ordaz.
El presidente Ordaz conocía de la rapidez y eficacia de Ramírez Vázquez, por lo que no podía aceptar un “no” por respuesta. Pedro el arquitecto construyó el Museo del Caracol en siete meses; el Museo de Arte Moderno en diez; el de Antropología en 19 meses y 30 mil escuelas.
“Arquitecto yo no lo llamé para que compita, esto es un problema de organización”, le dijo Ordaz, según comentó Javier Ramírez.
A 27 meses de los juegos, México no contaba con la infraestructura y los lineamientos para ser la sede, por lo que empezó a generar dudas sobre si podía o no llevarlos a cabo.
“En México había mucha desconfianza, ciudades como Detroit, que perdió la candidatura en 1963 con México, ya habían ofrecido soluciones emergentes ante la sospecha de que en México no había organización. Además no se conocía mucho de México”, dijo Ramírez Campuzano.
Los organizadores de pronto posaron los ojos en Pedro Ramírez como el ideal para convencer al mundo de que México tenía potencial, dada su capacidad de organización en cuanto a sistemas y a ejecución. Su habilidad para resolver problemas y la destreza de terminar proyectos en tiempo.
Para eso, el comité organizador olímpico ideó un plan que consistía en la difusión de los avances en las instalaciones; aspectos culturales y sociales del país.
Desde que Pedro Ramírez Vázquez tomó el cargo en 1966, se construyó el Palacio de los Deportes, la Pista Olímpica de Remo y Canotaje, el Velódromo, la Sala de Armas, la Alberca Olímpica Francisco Márquez, y el Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera.