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Bastó que conectara la pelota para que empezara el festejo. Fue el trayecto más dulce a una base en la trayectoria de Luis Urías. No era para menos. El de Magdalena de Kino, Sonora, produjo la carrera que significó el ya legendario triunfo de la Selección Mexicana sobre Puerto Rico (5-4), porque por primera vez en la historia ha clasificado a las semifinales del Clásico Mundial de Beisbol.
Inolvidable noche coronada por un regreso nunca antes visto. El titubeante inicio de Julio Urías puso al Tricolor contra la lona. El zurdo de Culiacán permitió dos cuadrangulares y cuatro anotaciones, pero después de eso, el pitcheo nacional ofreció cátedra.
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Y la ofensiva respondió, con Isaac Paredes como gran figura. El tercera base de los Rays de Tampa Bay produjo tres de las cinco carreras mexicanas. La primera, con un jonrón solitario que sirvió para despertar a un equipo que lucía noqueado.
Su batazo clave inició el rally de tres anotaciones en la parte baja del séptimo inning, con el que se empató a cuatro... Para dar paso al momento clave.
Hasta antes de este duelo de cuartos de final, Luis Urías no había remolcado carrera en el Clásico Mundial , pero el manager Benjamín Gil le mantuvo la fe y el pelotero de los Brewers de Milwaukee le respondió con el hit que marcó la diferencia y abrió la puerta al histórico triunfo.
Que también tuvo como inolvidable estampa la espectacular atrapada de Randy Arozarena en el jardín izquierdo.
Colofón a la más histórica noche del beisbol mexicano, la más dulce.