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Jaime Munguía
demostró una marcada mejoría en su boxeo, luego de que obtuviera una victoria en su debut en la división de los medianos, al derrotar por nocaut en el undécimo round al irlandés Gary O’Sullivan , quien fue un duro rival para el mexicano.
El tijuanense siguió su plan establecido por Erik ‘Terrible’ Morales, su entrenador, quien le recomendó que golpeara el cuerpo del irlandés para debilitarlo. En el primer round lo mantuvo a distancia con el jab, pero poco a poco comenzó a conectarle uppers y rectos, especialmente al cuerpo. Pronto, el británico comenzó a sentir la derecha del mexicano.
El padre de Munguía, Jaime Munguía Chávez, le comentó a EL UNIVERSAL Deportes que el cambio en la forma de pelear de su hijo era evidente, desde que lo entrena Morales. Contra O’Sullivan hizo más fintas en comparación de otros combates, le cambiaba el perfil de la guardia y el upper se convirtió en una pesadilla que no se pudo quitar.
Pero el irlandés fue un rival duro. Al final del tercer eipisodio, Munguía abandonó el plan de pelea y empezó a intercambiar castigo, con el objetivo de finiquitar el combate. Se desprotegió y el británico lo cazó con un volado que lo sacó de equilibrio. La campana lo salavaría de consumar su primera derrota de su carrera.
El tijuanenese poco a poco se sacudió el mal momento y se adueñó del combate, que fue entretenido en el Alamo Dome de San Antonio . El mexicano fue versátil en sus golpes, lo castigo con uppers cortos, a la mandíbula, con rectos al abdomen y con un volado de derecha que constantemente castigaba a su rival en los pómulos.
Pero O’Sullivan resistió todo. Era un rival peligroso que, daba la impresión, que en cualquier momento podría darle un golpe de poder que lo mandaría a la lona. Aunque también, parecía, poco a poco perdía la condición física.
No así Munguía. Entrenó en el Centro Ceremonial Otomí , el mítico lugar de entrenamiento de múltiples campeones mexicanos, para tener una incombustible condición física, que le sirvió para mantener el ritmo del combate.
O’Sullivan, al término del séptimo round, se aferró a todo. Sufrió un golpe bajo del mexicano y luego acusó otro a la altura de la ingle. El referí le dio varios segundos valiosos que le permitieron tomar aire y quitarse el ritmo frenético de golpes que lanzaba el tijuanense. La campana lo salvaría de sufrir el nocaut.
El británico se fundió en el octavo episodio. Respiraba por la boca e iba a buscar al mexicano, quien lo esperaba al contragolpe para tratar de finiquitar el pleito. Munguía tuvo paciencia, no se desbocó y finalmente encontró el trabajado nocaut en el undécimo round, cuando el referí detuvo la pelea porque el terco O’Sullivan dejó de tirar golpes.