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Los puños de José Ángel Nápoles le dieron 54 nocauts en las 81 peleas que disputó en su longeva carrera profesional que se inició en el Coliseo Nacional de La Habana en 1958 y que concluyó, casi 20 años después, en 1975, en la Plaza de Toros México de la capital mexicana, donde también vivió los últimos días de su vida.
La pegada de " Mantequilla era brutal y sus movimientos de cintura eran tan escurridizos que conquistaron a los mexicanos. Era cubano, pero sus puños hicieron que ganara el pasaporte nacional.
Nápoles
era un usurpador. El apodo lo adoptó de su hermano, quien era el dueño del sobrenombre, pero que José Ángel tomó una vez que un anunciador lo confundió con su consanguíneo, quien también se dedicaba al oficio de los puños. Así fue como El Minino se transformó en Mantequilla.
Nápoles
peleó más de 40 peleas en México, el país que lo acogió al inicio de los 60, luego de que decidiera huir de Cuba, una vez que Fidel Castro declarara ilegal el boxeo profesional en la isla, una vez que asumió la presidencia.
Sus victorias ante el estadounidense Curtis Cokes por el título welter del CMB y AMB, lo hicieron campeón y fueron suficientes para que Julio Cortázar lo incluyera en uno de sus relatos, que tituló La noche de Mantequilla, que está basada en la mítica pelea en la que cayó ante Carlos Monzón en 1974, en Puteaux, Francia.
Aunque el escritor tenía más cercanía con Monzón porque ambos eran argentinos, los puños de Nápoles lo sedujeron.
“Nápoles pega duro, es como si hubiera comprendido que su única esperanza estaba en la pegada”
Nápoles falleció a los 79 años, víctima de las complicaciones por la diabtes que padecía.
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