Las Vegas.— Esta noche, cuando Saúl Álvarez (49-1-2, 34 KO’s) y Gennady Golovkin (38-0-1, 34KO’s) ingresen al cuadrilátero de la T-Mobile Arena, tendrán frente a frente todos sus deseos de vengar el resultado del año pasado, que no dejó satisfecho a nadie.

No hay nada más anticlimático en el boxeo que un empate. El resultado insípido que nadie quiere, pero que heredó el Capítulo II de la rivalidad entre el mexicano y el kazajo, quienes ya no ven la pelea como una más en su carrera.

“Es como un payaso. Es sólo un showman, no un tipo verdadero. Sus actitudes no son las de un campeón”, declaró Golovkin, al bajar de la báscula.

Por primera vez en siete meses, ambos boxeadores clavaron su mirada entre sí. Se habían evitado tanto, que el mexicano quiso acelerar con el semáforo en rojo y provocó empujones entre los dos equipos, que lograron separarlos no sin antes intercambiar aventones, jaloneos y palabrerías que volvieron el escenario una Torre de Babel, con groserías en español, kazajo e inglés.

En el mismo lugar en el que empataron, ambos prometieron el triunfo y machacar al otro con golpes. Un gusto culposo para los aficionados, quienes esperan una pelea dramática y sangrienta.

Será velocidad contra fuerza. La voluntad de Golovkin de pelear contra todos los que llegan frente a él y sus nocauts contundentes (87% de victorias), lo han convertido en consentido de los fans. Él debería ser el agresor y buscará pararse e intercambiar golpes, mientras que Álvarez aprovechará su juventud para contragolpear.

“Creo que es la pelea más importante de mi carrera, hasta ahora. Golovkin es un buen rival y una victoria sería la más importante”, aseguró el mexicano.

En juego están los cinturones peso mediano del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), que son propiedad de Golovkin, además de una victoria que será inolvidable.

ariel.velazquez@eluniversal.com.mx

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