Le dicen ‘El Iztapalapa’ , nombre del barrio que lo vio nacer y del que no reniega. “Aunque ahí nacemos con maldad”, acepta el púgil Brian Mociños . “Antes estaba pegado a la delincuencia, en la esquina conoces al ratero, a los del vicio, pero me mentalicé a que no era necesario. Ya sé que el que nada debe, nada teme”.
Aún vive ahí, pero a sus 24 años la aventura de la vida la transita en trincheras alejadas de la ilegalidad: Es boxeador profesional y se prepara en la Academia de Policía para uniformarse. “Me agrada que en el barrio no me ven con malos ojos, hay confianza y es lo que busco transmitir. El deporte y la policía me cambiaron la vida”.
Sabe que en su barrio hace falta apoyo y batalla a diario para demostrar que “la delincuencia no es el único camino y puedes vivir de otra forma”.
Su pasado es un ejemplo de que nunca es tarde para encontrar el rumbo correcto. “De niño me gustaba la adrenalina, pero mi papá habló conmigo y me metió al boxeo, me gustó porque empecé a juntarme con otro tipo de personas, a no estar escondiéndome de nadie. No más”.
Su padre, asesinado hace poco más de cinco años, aún lo vio acercarse al gimnasio Romanza , donde la mirada experta de Nacho Beristain lo lleva poco a poco rumbo a la meta de ser el mejor del orbe. “Quiero ser un referente para los niños de mi barrio. Empecé a entrenar a los 15 años y seré campeón del mundo en peso mosca”, advierte.
LO ATRAPÓ
Al gimnasio llegó sin saber mucho de boxeo, pero la atmósfera del Romanza lo envolvió. Ahí conoció al exmonarca Juan Manuel Márquez , su ídolo. “Cuando lo vi sentí una emoción muy grande, lo veía entrenar y me inspiró a ser algún día un peleador como él”, recuerda Mociños.
Y es que al ‘Iztapalapa’ ahora le gusta otro tipo de adrenalina, porque dice que en el barrio esa hormona es buena pero solo dura el momento. “Pronto te busca la policía u otra gente para hacerte daño. En el boxeo no para, es como subirte a retar a la muerte, no cualquiera puede ser boxeador”.
La policía dejó de buscarlo, ahora se prepara para ser parte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. “Apenas estamos entrando pero significa mucho el apoyo que me dan, a donde llego encajo, me gusta ganármelo y agradezco mucho el apoyo del Jefe Apóstol en este camino”. Una historia que teje ahora también en el gimnasio de la SSC, al norte de la ciudad, aliado a los sueños de su nueva tropa en la vida, la del boxeo.
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