soñaba con tener tres hijos, y lo consiguió. Quería destacar en el beisbol con el número 3 en la camisola, tal como el legendario Babe Ruth, y —a su nivel— lo logró.

La ilusión de quien —con el tiempo— atrapó la fama con el mote del Borrego era ser beisbolista, pero de los que alcanzan la inmortalidad. También cristalizó esa meta. Lo hará hoy, cuando ingrese al Salón de la Fama del Beisbol mexicano en Monterrey.“Estoy emocionado”, acepta José Luis. “Más por los grandes jugadores que ese día vamos a ser entronizados, hombres que dimos todo en el beisbol mexicano y Estados Unidos, como es el caso de Vinicio Castilla. No pensé que llegaría esto a mi vida. Di todo en el terreno de juego y hoy me doy cuenta de que valió la pena el sacrificio y la entrega. Esto es darle un final a mi carrera de la mejor manera”, comparte, en entrevista con EL UNIVERSAL Deportes.

“Tengo cuatro minutos para hablar; espero no perderme, ni ponerme nervioso”, confía. “Lo esencial es que agradezco por el don que tuve para jugar con naturalidad a la pelota. Disfruté cada jugada y batazo”.

“Me fui a la Academia y, cuando regresé —a los 19 años de edad— al Parque del Seguro Social, supe que esto era para mí. Sólo quería jugar pelota, pero hasta entonces no sabía que podía vivir de esto”, asegura.

Sin presunción, recuerda que estaba hecho para ser un buen beisbolista, y lo fue durante 22 temporadas con los Diablos Rojos del México.

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