Anoche, durante varios innings, los aficionados de Yankees , en un coro a mil voces, gritaron “¡we want Boston, we want Boston!, que en español no es otra cosa que “¡queremos a Boston , queremos a Boston!”.
El deseo de los seguidores de los Bombarderos del Bronx se cumplió y mañana enfrentarán a los Red Sox en otro capítulo de una rivalidad que comenzó en 1919, cuando Harry Frazee, dueño de Red Sox con problemas financieros, vendió a Babe Ruth a los Yankees por 125 mil dólares.
Los Red Sox ya no son los adorables perdedores que conocimos antes de 2004. Esta temporada terminaron con 108 triunfos, su mayor cantidad en la historia y número mágico en el beisbol, ya que todos los equipos que han terminado con este récord, se coronaron en la Serie Mundial.
Los Yankees siguen siendo los Yankees: favoritos a todo y obligados a ganar, como ayer, que terminaron con el cuento de Cenicienta de los Athletics, a los que las 12 campanadas les llegaron con el out 27 del juego de comodín.
Los días de verano en los que Yankee Stadium lucía como una caverna desolada, terminaron en octubre con el cuadrangular de dos carreras en el primer inning que conectó Aaron Judge para poner al frente a los Bombarderos del Bronx, que esta campaña establecieron un récord de más vuelacercas, con 267.
Giancarlo Stanton
se unió a la fiesta de souvenirs en el inicio de la postemporada al regalar una pelota que bateó y terminó en el jardín izquierdo.
La rivalidad histórica favorece a Nueva York ( 1,202–1,018), incluso en Playoffs (11-8), pero Boston tiene el recuerdo de 2004, cuando se desprendió de la maldición de Babe Ruth.