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ariel.velazquez@eluniversal.com.mx
La reja picada por el óxido es una ratonera por la que escapa la bola de softbol que el catcher no puede atrapar. No una, ni dos, son varias veces las que el juego se detiene por la falta de habilidad del hombre detrás del plato y por la precariedad del campo que puede ser confundido con un baldío y que no puede detener el andar de la pelota por lo carcomido del metal.
Esto sucede en la espalda del estadio Fray Nano, donde Tigres y Diablos Rojos disputan el tercer compromiso de la ex Guerra Civil con poco más de cinco mil aficionados en sus tribunas.
La Liga de softbol y beisbol infantil Mixhuca y Mixteca no se detiene aunque tenga de vecinos a peloteros profesionales. Son la axila del Fray Nano donde se juega entre olor agrio y dulzarrón. Son los olvidados de una promesa que las autoridades de la Ciudad de México y Diablos hicieron con una campaña de acondicionamiento de campos de beisbol.
La novena capitalina se encuentra en su cuarta temporada en el Fray Nano —casa provisional— que remodelaron al verse obligados de abandonar el Foro Sol por el regreso de la Fórmula Uno.
El próximo año estrenarán un estadio de 60 millones de dólares que construyen junto al autódromo, pero en este tiempo, los tres campos de softbol con los que comparten terreno, se mantienen sin el mantenimiento prometido y con baños de pared mohosa del que escurren hilos de agua negra.
“Se olvidaron de nosotros, de nuestra liga. Los campos entre semana son ocupados para todo menos para softbol. Antes teníamos cinco campos, incluyendo el Fray Nano y nos han quitado espacio”, declaró Roberto Sierra, manager en la Liga de softbol.
A eso ya se acostumbraron las amantes de este deporte que por más de 50 años han mantenido viva esta liga. En la actualidad hay 40 equipos divididos en tres fuerzas que reviven el softbol en campos llaneros que colindan con el beisbol profesional.