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El año pasado, los Orioles vieron cortada su racha de cinco temporadas con récord ganador y de acuerdo a su roster, pero sobre todo a los de sus rivales, se mantendrán en 2018 en el fondo de la división a menos que viajen en el tiempo a 2016 cuando tenían una plantilla de campeonato.
Lo mejor que tiene Baltimore es muy probable que no se mantenga para la otra campaña. El infielder Manny Machado es el jugador de deseo de varias organizaciones, tanto que Aaron Judge ya le pidió que firme con los Yankees para agregar otro miembro a los jinetes del Apocalipsis.
Los Orioles siguen escuchando las ofertas de Machado, pero su precio de venta: dos titulares listos para MLB por ahora no ha atraído a ningún cliente.
Sin ninguna contratación de renombre durante la temporada baja, Buck Showalter y la oficina de los Orioles han puesto las direccionales para orillarse al carril de baja velocidad.
Si Machado se va en el transcurso de la campaña o al final de la misma, los Orioles se perderán de un bateador que el año pasado conectó 33 jonrones e impulsó 95 carrreras y que ahora es más paciente en el plato pues su índice de bases por bola y ponches mejoraron.
Sin JJ Hardy en la organización Manny Machado regresará al campo corto después se ocuparse de la tercera almohadilla.
Por segunda vez en la historia del club, los Orioles tuvieron siete jugadores con 20 o más jonrones: Adam Jones, Welington Castillo, Mark Trumbo, Manny Machado, Jonathan Schoop, Chris Davis y Trey Mancini. También sucedió en 1996. Pero por más carreras que produzcan, sus abridores son la loza que los mantienen en el sótano del Este de la Americana.
Quitantdo a Dylan Bundy y Kevin Gausman —que no son estrellas de MLB— el resto de la rotación de Baltimore es un desastre. Lo bueno es que difícil que sus lanzadores vuelvan a tener una campaña de 5.70 de efectividad, la peor en la historia de la franquicia.
Los Orioles pueden colgar el letrero de “equipo en reconstrucción” pues no competirán esta temporada.