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Los obstáculos más complicados para una mujer que aspira a ser beisbolista profesional no son físicos ni técnicos. Los desafíos más grandes son sociales ya que luchan por encontrar aceptación en un deporte tradicional para hombres que a su vez son presas de modelos culturales al considerar como una doble derrota ser ponchado por los lanzamientos de una mujer.
En México, como en muchas partes del mundo, se trabaja para evolucionar la sabiduría convencional: beisbol para hombres y softbol para mujeres.
La clasificación al Mundial de la especialidad que se celebrará el próximo año en Taiwan es el claro ejemplo que el lugar de las mujeres no es en las tribunas como aficionadas, sino en el campo, jugando el mismo juego que los hombres.
Rosi del Castillo
de 22 años de edad, es la pitcher estelar de la Selección Mexicana femenil que el fin de semana ganó su boleto para la justa internacional.
Con un juego sin hit ni carrera y otras destacadas actuaciones, Rosi encaminó a México a su primer Mundial y de paso se llevó los reconocimientos como la mejor abridora, la pitcher con más victorias y la que menos carreras aceptó.
“Es un gran logro poder ir a un Mundial en una zona geográfica en donde se compite con otras potencias como Estados Unidos, Canada o países caribeños”, declaró Rosi.
En 2015 la poblana se convirtió en la primera mujer en jugar en una liga profesional de hombres en la cual se mantiene hasta la fecha gracias a la velocidad de sus lanzamientos (78 millas por hora).
Del Castillo considera que el sexismo es la principal causa de que las mujeres se refugien en el softbol al no encontrar equipos de beisbol, donde ellas puedan demostrar su amor por el Rey de los deportes.
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