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Lo que parecía una fiesta en el estadio Azteca, de rememorar aquellos grandes partidos de antaño, del color que los grupos de animación del América pusieron en sus cabeceras y que la gente del Atlante, como es costumbre, se hiciera presente en grandes cantidades, se arruinó por la fuerte lluvia de la Ciudad de México.
La gente respondió con gran euforia al partido amistoso que se realizó en la cancha del Estadio Azteca como preparación para encarar la liguilla la próxima semana. El club puso los accesos de manera gratuita y rápidamente se agotaron, sinónimo de la conexión e ilusión que existe con Las Águilas.
Sin embargo, no contaban con que el gran villano fuera el diluvio que cayó en la zona sur de la CDMX. Desde antes del comienzo del partido comenzó a llover fuertemente, lo primero que querían hacer los aficionados era entrar al recinto. El ambiente afuera era gris como la tarde de este 5 de octubre.
Los accesos del Azteca se vieron entorpecidos por la gran cantidad de agua que caía y porque la gente lo que menos quería era mojar sus píes con los encharcamientos.
Una vez dentro del estadio, todo era diferente. Telones, banderas, bombos, bombas de humo de color azul y amarillo, era una fiesta el estadio Azteca. Por parte del Atlante, su tradicional cántico de ‘les guste o no les guste, les cuadre o no les cuadre’ también se escuchaba en un Coloso de Santa Úrsula repleto.
Los equipos saltaron, pero la lluvia no cesó. Una vez que inició el partido el América se hizo dueño del balón, aunque el Atlante tuvo la única de peligro que Guillermo Ochoa atajó. 15 minutos de acción fueron los que hubo en el encuentro amistoso, porque el silbante decidió suspender el encuentro.
Ambos equipos se retiraron y a los 15 minutos, los jugadores del América salieron para despedirse de la gente, señal que algo estaba mal. Atlante salió para hacer lo mismo y para despedirse del rival.
De inmediato el sonido local anunció que el partido finalizaba por falta de medidas de seguridad, ante esto el silbido del público, que aguantó la lluvia y se esforzó para venir, no se hizo esperar. Mucha afición, mucha fiesta, pero el diluvio en la Ciudad de México arruinó todo.