Las horribles escenas de guerra que emergen de han generado nuevas preocupaciones sobre el trauma que experimentan aquellos que presencian violencia extrema. El (TEPT) afecta a millones de personas en todo el mundo. El periodista de la BBC Fergal Keane, quien fue diagnosticado en 2008, explora sus efectos y las .

Todo el día y gran parte de la noche la idea iba y venía en mi mente. ¿Me quedo o me voy?

Era mediados de febrero y estaba seguro de que se avecinaba la guerra en Ucrania. Desde mi habitación de hotel en Kiev contemplé un horizonte que pronto podría ser iluminado por el fuego de las explosiones.

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La parte de mí que quería contar una de las historias más importantes de mi vida deseaba quedarse. Pero también es la parte que se siente atraída por el peligro y ha traído angustia a mi vida personal en forma de TEPT.

Lo que sí sabía con certeza era que quedarme bajo lo que ya sospechaba que iba a ser un bombardeo constante, junto con combates en las calles, pondría mi salud mental en grave peligro.

¿Quería realmente terminar nuevamente en el hospital, con los nervios crispados, saltando ante cualquier ruido fuerte, sin poder dormir, exhausto por la depresión que invariablemente acompaña a mi TEPT, y con el sentimiento de culpa por el estrés que sienten mis seres queridos al verme reportar desde el frente de guerra?

También me había comprometido públicamente hace varios años a renunciar a los reportajes de guerra.

Reservé un vuelo y a la mañana siguiente regresé a casa.

Sin embargo, poco después, estaba en Lviv, en el extremo oeste de Ucrania, informando sobre el flujo masivo de refugiados que se dirigían a Europa occidental.

Algunos amigos me enviaron mensajes preguntando por qué estaba allí después de prometer públicamente que evitaría los reportajes de guerra.

Mi razonamiento era que no estaba bajo fuego en Lviv. Estaba demasiado al oeste para que vinieran los rusos.

Era una forma de cubrir la historia sin correr peligro. Eso es cierto, pero estar en Lviv también era parte de mi lucha interna. No podía dejar completamente atrás las zonas de guerra.

Adicción

Fue durante la realización de mi documental de la BBC sobre el TEPT que comencé a considerar seriamente la naturaleza adictiva de los reportajes de guerra en mi propio caso.

Sí, yo era un periodista con una profunda curiosidad por el mundo y en particular por cómo se comportan los seres humanos en situaciones extremas.

La Historia -y cómo se desarrolla en los conflictos modernos- también es una pasión mía.

En 30 años, he informado sobre numerosas guerras y conflictos civiles, desde Belfast durante los disturbios hasta el genocidio en Ruanda, pasando por las guerras en Irak, Afganistán y Ucrania.

Pero había un aspecto menos saludable en mi elección de trabajo.

La guerra hizo que reapareciera el estrés nervioso y la poderosa compulsión de demostrar que podía sobrevivir, que había experimentado cuando era niño y crecía en un hogar fracturado por los efectos del alcoholismo de mi padre.

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En zonas de guerra pude demostrar que ya no era un niño asustado. Yo tenía una voz.

Tratamientos

Desde que me dieron mi diagnóstico oficial en 2008, he usado una combinación de terapia -la "cura del habla"- y medicamentos antidepresivos.

Mi terapia era TCC (terapia cognitivo-conductual), que examina los pensamientos negativos asociados con el trauma y trata de reemplazarlos por pensamientos positivos.

La combinación de hablar y la medicación me ayudaron en el camino de aliviar los síntomas y me mostraron una forma más saludable de vivir.

También han pasado más de 20 años desde que dejé de beber. Durante años había tratado de medicar mi dolor con alcohol.

Síntomas de TEPT

En Reino Unido, por ejemplo, se estima que tres de cada 100 adultos han experimentado TEPT. Las víctimas de violación, acoso, violencia doméstica y sobrevivientes de accidentes se encuentran entre aquellos que pueden desarrollar síntomas.

No puedo enfatizar lo suficiente que cada mente individual y experiencia traumática requiere un enfoque individual. Los mejores profesionales de la salud mental se dan cuenta de que están tratando con individuos y no con casos para colocarlos bajo etiquetas predeterminadas.

Cuando investigaba para el documental de la BBC "Vivir con TEPT", tuve la oportunidad de examinar los diferentes tratamientos que ahora se usan para tratar el trastorno: desde la terapia hasta el uso de medicamentos, incluidos los experimentos con la droga MDMA.

Esta estimula la liberación de neurotransmisores en el cerebro que pueden crear un estado de ánimo de empatía, haciendo que la terapia sea más beneficiosa.

El tratamiento con MDMA se está probando clínicamente en Reino Unido, pero aún no está aprobado para uso general.

Otro método que se está explorando es el uso de videojuegos, como el rompecabezas Tetris, que puede aliviar el estrés en el cerebro. Los ensayos en Estados Unidos y Reino Unido han mostrado efectos beneficiosos.

Amor y apoyo

Yo he tenido la suerte de contar con el apoyo de mis empleadores y el amor de familiares y amigos. Estas son armas esenciales en la batalla contra la soledad y la falta de autoestima que son una parte tan importante de mi experiencia con el TEPT.

También me ha ayudado enormemente escuchar las experiencias de otras personas que han luchado contra el TEPT.

Mientras hacía el documental, visité el Centro para tratar el Trauma WAVE, en Belfast, que brinda terapia y apoyo emocional a los sobrevivientes de la violencia de la época conocida en inglés como "The Troubles" (Los disturbios).

Un estudio, realizado hace más de una década, encontró que Irlanda del Norte tenía las tasas más altas de TEPT en el mundo. Más del 50% de los encuestados habían sufrido problemas de salud mental relacionados con esa época violenta.

En WAVE, me senté con un grupo que incluía a una mujer que fue víctima de un ataque con bomba del IRA que mató a su compañero de viaje; un hombre que recibió un disparo de terroristas en el trabajo, y el notable Peter Heathwood, que quedó paralizado de la cintura para abajo en un ataque con armas de fuego por parte de los leales en 1979.

Su padre llegó a la escena cuando los paramédicos llevaban a Peter a la ambulancia. Como no tenían mantas, la tripulación colocó a Peter en una bolsa para cadáveres para mantenerlo caliente. Cuando su padre vio esto, asumió que Peter estaba muerto y sufrió un infarto fatal en el acto.

Su esposa, Anne, que había abierto la puerta cuando llamaron los hombres armados, nunca se recuperó del trauma de ese día. "No había ningún tipo de terapia en ese entonces", recuerda Peter.

"Nunca lo olvidaré, sus ojos eran como de piedra, como si fuera una estatua. Podías hablar con ella pero no había respuesta". Anne comenzó a beber mucho y murió a los 51 años.

Peter lamenta que su esposa no haya tenido acceso a la terapia de conversación a la que él pudo acceder en WAVE.

"Desafortunadamente, no lo sabía en ese momento, pero realmente no podría enfatizar la importancia de que hablemos y hagamos que las personas que tienen los mismos problemas, que están ahí afuera hoy, sepan lo que podemos ofrecerles y traerlos aquí para hablarles".

El grupo me pidió si podía decir unas palabras. Les dije lo que estaba sintiendo en ese momento. Que fue una lección de humildad sentarme con ellos, estar entre personas que habían sufrido tanto y, sin embargo, encontraron el coraje para hablar y ayudarse mutuamente.

Les dije que me inspiraron, y que si hay cura para las personas como yo, esta empieza por buscar a las personas que entienden. Dije que estar con ellos era como volver a casa.

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