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Mencionen un reloj que podría verse tan contemporáneo en la muñeca de un hombre de hoy como en la de su tataranieto del siglo XXII. Les propongo uno: el Octo Finissimo de Bulgari.
La firma italiana vive en el presente y el futuro gracias a este ultraplano que ha impuesto varios récords en materia de delgadez. Y no es casual. La visión de Jean-Christophe Babin, su CEO, es la de un adelantado que no mira hacia atrás ni para tomar impulso. ¿Tendencia vintage? Olvídenlo.
“La industria está atascada en la ilusión vintage, que quizá a corto plazo sea oxígeno fresco para las marcas sin mucha creatividad”, dice en entrevista con Tiempo de Relojes. “Pero no creo que sólo replicar el pasado a través de ese tipo de piezas sea suficiente para sostener el desarrollo de la industria a largo plazo”.
Más bien Babin es un incondicional de la innovación como lo demostró en su paso por TAG Heuer, a la que convirtió en un laboratorio dedicado a la búsqueda de la precisión extrema con algunos de los relojes más hi-tech de los últimos años. Y ahora lo confirma con el Octo Finissimo, cuyas versiones automática con tourbillon, repetición de minutos y esqueletado con tourbillon son las más planas del mercado. Una proeza como las que le gustan.
“Históricamente este sector ha sido exitoso cuando lo impulsa alguna innovación como los mecanismos automáticos, los desarrollos digitales de cuarzo de los años 80 o el concepto Swatch que ofrecía una pieza fashionable que podía cambiarse muy seguido por su precio tan accesible”, explica. “En el contexto actual a la industria le irá bien con una innovación sustancial, porque eso es lo que década tras década construye la esencia de la relojería”.
El CEO no se muerde los pensamientos y acepta hasta entusiasmado la posibilidad de que los relojes conectados sean parte de esa “innovación sustancial”.
“Apple dirá que los smartwatches son exitosos y otras firmas que no, pero eso no importa. Al menos son un intento de crear algo realmente nuevo y no sólo replicar el pasado, lo que eventualmente beneficiará a la industria porque abre las mentes, despierta la curiosidad y hace que más personas utilicen algo en la muñeca. Para las grandes marcas es importante contribuir colectivamente a hacer la categoría esencial para las generaciones futuras”.
Y si los relojes conectados no lo ponen nervioso, menos lo hacen los millennials que tantas pesadillas provocan entre otras firmas relojeras.
“No creo que los millennials sean tan diferentes a los consumidores más grandes porque, por ejemplo, el uso de smartphones está en niveles parecidos entre unos y otros”, asegura. “Hay que considerarlos como a cualquier otra generación que experimenta un cambio. El mundo virtual es muy significativo para ellos, pero por eso mismo están más interesados en la colectividad y la autenticidad. Y la autenticidad está en el centro de lo que nosotros hacemos, así que para las marcas no debería ser un cambio radical”.
Bulgari y Babin no rechazan el mundo digital, sino al contrario. Hace dos años presentaron un pionero configurador online funcional y divertido que permite a los clientes diseñar su propio Serpenti Twist. De esta experiencia han aprendido que por más creativa que sea la gente, al comprar se deciden por las versiones clásicas y atemporales.
“Lo positivo es que abrimos espacio para la interactividad y para que los consumidores se apropien del producto al diseñar su reloj”, afirma el CEO. “También es bueno que lleguen a la conclusión de que quieren adquirir versiones más convencionales, porque confirma que les gustan nuestros productos. Ha sido un buen ejercicio, vamos a continuarlo y estamos pensando expandirlo a nuestros bolsos”.
“Obviamente lo digital te da nuevas herramientas y formas de interactuar con los clientes, así como nuevas oportunidades para dirigir mejor los mensajes y diversificarlos, pero esto no significa que los nuevos consumidores vengan de Marte”.