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El Pier 48 de la bahía de San Francisco fue como el París transgresor de Louis Cartier y Alberto Santos-Dumont de un siglo atrás. Un lugar inspirador donde ensayar la modernidad en la filosofía de la vida, el diseño y la celebración destinado a marcar un precedente. En la ciudad californiana no había aeronaves nostálgicas ni la clásica simbología histórica de la casa que imaginó el primer reloj de forma en el pulso en 1904. Ni siquiera el producto estaba exhibido, ya que asomaba en el brazo de los hips y geeks invitados como parte natural de un ambiente de progreso. La dársena cubierta del puerto californiano se transformó en un laboratorio multidisciplinar de espacios abiertos e interconectados con un decorado crudo y funcional donde lo tech dialogaba con un ambiente de garaje y donde los ponentes y celebridades tomaban café y chocolates customizados con aromas exóticos con el público.
De una mesa comunal para degustar experiencias gastro-aromáticas saludables con el chef aristócrata Daniel de la Falaise y la experta en esencias naturales Mandy Aftel se pasaba a una sala de audición stanleykubrickesca donde Larry Jackson (Apple Music), el influencer musical Toro y Moi y el enfant terrible del arte de la ciudad, Barry McGee, descubrían joyas musicales desconocidas de los años 70. O un foro abierto para que el director creativo Neville Wakefield y el arquitecto-estilista Rafael de Cárdenas diseccionaran improvisadamente lo que son las bases de un diseño intrépido actual. Visiones de vanguardia para el cambio, pero centradas en valores perennes que importan.
Durante los tres días de estas performance con intercambio de experiencias se abarcaron diversas disciplinas creativas bajo el tema #boldandfearless: lo audad, el futuro sustentable, la imagen en un escenario social, la invención y el fracaso o el diseño de sueños. Cartier fue el impulsor, pero sin ostentar la imagen clásica de un patrocinador. Si de lo que se trata es de impulsar ciertos valores con un astisbo de frivolidad refinada, Cartier es único en eso. Su estilo y sus creaciones han contribuido durante más de un siglo y medio a influir en lo social, en los movimientos artísticos, las artes decorativas y en la relojería y la joyería y en San Francisco nos dice que quiere recuperar su rol de influencer global.
La fiesta como vehículo de emociones no podía faltar. El soft rock indie de los franceses Phoenix, la banda británica de electro-pop Hot Chip y el playlist en vivo de Jamie XX cerraron una velada en una experiencia que sus organizadores denominaron Cartier’s Annual International Party y que también se celebrará en Europa y Asia este año bajo el mismo espíritu pero con contenidos diferentes.
En San Francisco hubo momentos gratos para disfrutar y aprender pero antes que nada se cerró un cliclo sobre el papel que debe ejercer una marca líder de relojes y joyas para estrenar una nueva era más en sintonía con la moda, el arte contemporáneo o los summits de elucubración de las vaguardias. Aquí el reloj ni siquiera fue el centro de atención, sino un mero detonador de evolución para medir a los individuos por lo que han hecho con su tiempo y los sueños realizados. A Louis Cartier y Santos-Dumont les hubiera encantado formar parte de esto. Los especímenes raros mutan con la naturalidad de un reloj Santos.