De mítico reloj de submarinismo de los años 60 a representar la imagen deportiva actual de Jaeger-LeCoultre, una de las grandes manufacturas suizas. El Polaris se convierte en colección y es uno de los proyectos más ambiciosos de 2018, con 16 referencias, cinco mecanismos y dos acabados de cajas y esferas.
Para quienes no estén familiarizados con la historia de Jaeger-LeCoultre, el Polaris es uno de sus modelos más legendarios. Se presentó en 1963 en una primera serie de 50 piezas. Era una evolución del Memovox Deep Sea, lanzado en 1959 y famoso por ser el primer diver equipado con alarma funcional incluso debajo del agua.
El Polaris mejoraba al Memovox Deep Sea en la utilización de una caja de triple fondo, concebida para que la alarma sonara con mayor intensidad. De este reloj se hicieron varias versiones. Entre las más apreciadas por los coleccionistas está la de 1968, que ha servido como base para el diseño de la carátula de la nueva línea.
“Siempre ha sido una fuente de inspiración para los modelos deportivos de la casa y en los últimos años, gracias también a la reedición de 2008, veíamos que había mucho interés por esta pieza”, dijo Stéphane Belmont, director de patrimonio y piezas excepcionales de la firma, durante una visita a México.
Belmont explicó lo que hace tan especial al Polaris: “Por lo general, los relojes de buceo tienen una esfera más pequeña y un bisel giratorio exterior, así que no son tan elegantes como este modelo. El Polaris presenta un cristal más amplio y una carátula más refinada y compleja, con diferentes acabados. Tiene un diseño emblemático y una función, la alarma, que casi no hay en el mercado. Estos elementos definen un carácter muy fuerte y nos parecieron suficientes para crear una colección nueva”.
Stéphane Belmont, director de patrimonio y piezas excepcionales de Jaeger-LeCoultre.
Nada ha quedado al azar en esta apuesta, desde la elección del nombre hasta el desarrollo de los guardatiempos.
Para empezar, aunque el Polaris original fuera un diver , la colección amplía su horizonte para conseguir el mayor público potencial. Es el signo de los tiempos, con marcas que rompen las barreras tradicionales entre reloj deportivo y clásico, como ya lo hicieron los aficionados por su cuenta con referencias míticas como el Royal Oak o el Nautilus.
Las reediciones de estos antiguos modelos no son algo ajeno a la política de Jaeger-LeCoultre: en su catálogo se puede encontrar ahora mismo el Deep Sea Vintage Chronograph. Pero la línea debutante va más allá con relojes que se apoyan en la estética de los años 60, aunque realizados según los gustos actuales.
“En el pasado hemos lanzado los modelos nuevos siempre uno después de otro, y en cuatro o cinco años teníamos una colección completa”, afirmó Belmont. “Pero hoy el mercado quiere una colección completa desde el principio, no desea esperar. Nos parecía importante mostrar que es un producto en el que confiamos y estamos convencidos de que funcionará. Eso también aumenta la confianza del consumidor”.
La evolución del diseño es más que evidente en las referencias con cronógrafo, en las que el realce interior para el control de los tiempos de inmersión se ha sustituido por una escala taquimétrica. Tampoco hay rastro de los pulsadores de tipo seta usados en los antiguos cronógrafos de buceo de Jaeger-LeCoultre y transformados en un formato rectangular más cómodo. Solo la disposición bicompax nos acerca a estos orígenes del Polaris, aunque sea sobre todo porque conserva el característico índice de las 6 horas.
Polaris Chronograph, caja de 42 mm de acero u oro rosa.
De hecho, las similitudes entre los nuevos Polaris y el reloj de 1968 son más evidentes cuando se apaga la luz y vemos cómo el material luminiscente de la carátula hace brillar los índices trapezoidales y números árabes de la superficie.
La opción de una esfera azul, la creación de un brazalete de acero que amplía la oferta de las pulseras de cocodrilo y piel de becerro, o la inclusión de una alternativa en oro rosa demuestran el deseo de Jaeger-LeCoultre de ir más allá de la simple reencarnación de una leyenda de su catálogo.
El mismo deseo de evolucionar el concepto del primer Polaris, incluso en un grado superior, es evidente en las tres versiones Chronograph WT, simbiosis de cronógrafo con indicador de horas mundiales.
Polaris Chronograph WT, caja de 44 mm de acero.
Las referencias de tres manecillas nos acercan más al diseño del modelo de 1968, muy limpio y ya con el realce de medición de tiempos de inmersión recuperado en el interior de la carátula.
La versión Automatic, la más básica de la colección, es un compendio de las virtudes de Jaeger-LeCoultre, con estética sencilla, buenos acabados y la ventaja de contar con un mecanismo de mecánico de primer nivel a un precio bastante atractivo. Con el cronógrafo es el producto que tendrá mayor presencia en el mercado, como delata la variedad de alternativas propuestas en cuanto a color de esferas (negro y azul) y correas (cocodrilo, becerro y brazalete de acero).
Polaris Automatic, caja de 41 mm de acero.
Para los que suspiren por una estética más fiel al original, Jaeger-LeCoultre ha creado el Polaris Date en una referencia de acero con esfera negra e índices en acabado crudo. Y no podía faltar la edición Memovox, el único reloj de la nueva colección que recupera la función alarma que tuvieron los primeros Polaris.
Polaris Date, caja de 42 mm de acero.
Como ocurre con la versión Date, el Memovox tiene más empaque físico en la muñeca que los Automatic al tener un milímetro más de diámetro y un mayor grosor de caja, vínculo directo con los antiguos relojes de submarinismo de la firma. Una concesión al pasado para construir una colección pensada para el futuro de la manufactura.