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Franck Muller es una marca de pocas palabras y mucha acción. Su fundador homónimo detonó la primera gran revolución de la relojería independiente en la década de 1990. Convirtió al tourbillon en el espectáculo que es hoy cuando lo puso en la esfera, creó el reloj de pulso más complicado de la historia (Aeternitas Mega 4) y un modelo con enormes números arábigos en desorden cuyo nombre lo dice todo: Crazy Hours.
En 1987, cinco años antes del lanzamiento de sus primeros relojes, ya había presentado el diseño de la caja Cintrée Curvex, una insurrección estética por su forma tonneau curvada y tridimensional —incluyendo la carátula y el cristal de zafiro por ambos lados— muy cómoda y difícil de fabricar. Esta caja se volvió el sello distintivo de la firma.
Otra contribución para rejuvenecer los entumecidos músculos de una industria tan tradicional fue el uso libertario del color. Aparecieron Crazy Hours con los números en tonos poco convencionales y otros productos de la casa con las esferas en registros cromáticos extrovertidos como el azul rey.
Precisamente el azul sirve de leitmotiv en cinco novedades de Franck Muller en 2018, que además están vinculadas entre sí por el tema marítimo.
En cuanto vi las imágenes tuve un favorito: el Skafander. La firma hizo un esfuerzo importante para elaborar un reloj de submarinismo con su característica caja tonneau, ya que es más difícil asegurar la hermeticidad que en una caja redonda. En el interior tiene un bisel giratorio unidireccional azul y plateado para monitorear los tiempos de inmersión y las etapas de descompresión. Este bisel se ajusta con los pulsadores del lado izquierdo, donde también hay un cierre de seguridad para evitar cualquier manipulación accidental.
El Skafander es sumergible hasta 100 metros y asegura buena legibilidad, algo esencial si en serio vas a bucear con él. A mí, que apenas hago “bucitos” en la alberca, me gusta no sólo por funcional, sino porque es un modelo atractivo, interesante y con mucha personalidad. No se necesita estar a la orilla del mar para lucirlo. Es un acierto el bisel exterior negro con los números plata y los tornillos expuestos, así como la correa de caucho estructurado azul, que suman puntos a su carácter de reloj-herramienta de este siglo.
Otro lanzamiento destacado es el Vanguard S6-Yatching, un ejemplo perfecto de la faceta deportiva high-end de Franck Muller. Lo primero que llama la atención son los originales puentes azules en forma de ancla del mecanismo esqueleto. En la posición de las 6 tiene una rosa de los vientos de la que surge la manecilla roja y blanca del segundero pequeño. A las 12 está el barrilete responsable de que el reloj funcione durante siete días con la carga completa. Está disponible en oro rosa, acero o bronce, con la agradable correa de textil azul con pespuntes rojos.
Los esqueletados tridimensionales Vanguard Gravity se han convertido en una especialidad de la casa. Su impacto visual es contundente, como lo demuestra el Vanguard Yachting Gravity Skeleton. Buena parte de ello se debe a la imponente jaula del tourbillon visible las 6, con estructura elíptica y un diámetro de 21.2 milímetros. Los puentes azules, también esqueletados, dan vida a una rosa de los vientos futurista y avant-garde. Hay una versión con números y correa de piel de aligátor, y otra sin números y correa textil.
El último integrante de este quinteto náutico es el Master Diving, muy distinto a los demás porque, para empezar, no usa la caja Cintrée Curvex. Más bien tiene una forma parecida a relojes de buceo vintage, como los “Turtle” de Seiko. Es hermético a 100 metros, con bisel giratorio unidireccional de cerámica, elementos luminiscentes y correa de caucho negro. Además de diver, es un corno con contadores de 30 minutos, 12 horas y segundero pequeño. Los números son mucho más pequeños que los de un Franck Muller normal, pero la caja es imponente (55.4 x 46.33 x 13.8 milímetros). Se puede escoger entre esfera azul, negra, blanca, anaranjada o roja. Es una buena idea que la firma experimente con otros diseños pero, como ya dije, esta vez mi corazón está con el Skafander.