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El mes de noviembre en la Ciudad de México ese un mes para cuidar y alimentar nuestras creencias. Ante el gris otoño, la capital desborda su paleta de colores para venerar y celebrar a la muerte. En vísperas del Día de Muertos vestimos la pieza número 11/50 del primer gran Regulador que lanza Chronoswiss. Se presenta en versión de acero DLC negro, el color más apropiado para el momento.
La firma no renuncia al clasicismo, pero los nuevos Flying Grand Regulator Open Gear ReSec (Retograde Second) —segundos retrógrados— adquieren toques coloristas que alejan los augurios funestos. Juegos atractivos como los índices enmarcados a modo de bisel en rojo, la luminiscencia de los índices cónicos y la manecilla del pequeño segundero en amarillo.
Chronoswiss también celebra la vida. “Ahora sabemos quiénes somos”, nos confesaba Oliver Ebstein, CEO de la firma, en su visita más reciente a la Ciudad de México. Y esta etapa productiva y fructífera que vive la casa independiente procede de la energía que transmite Lucerna ya convertida en manufactura y headquarter. Chronoswiss ya va camino de alcanzar sus 40 años.
Ebstein se implica también en la dirección creativa e imprimió distintivos permanentes como la corona tipo cebolla, las asas con tornillos y los biseles acanalados que se mantienen hoy día en este seductor ReSec. La de los segundos retrógrados es una complicación atractiva como un pequeño y preciso salto acrobático —cada 30 segundos, vuelta a empezar—.
Pero al margen de esta animación mecánica resulta muy destacable de este ReSec su fácil legibilidad. La perfecta ubicación de las subcarátulas de las horas a las 12 y el diseño de las manecillas con nueva forma “Trigono” es sumamente clarificador, sin perder de vista la gran manecilla central de los minutos.
No es fácil acertar con el diseño esqueletado con una subcarátula descentrada. Con el calibre in-house C.301, la carátula es parte del movimiento. Se aprecia el tren de engranajes con el puente del display atornillado a la carátula. Es una cuestión de diseño, como el escenario del Hotel Umbral.
Un lugar con tinte clásico como antiguo monasterio, pero ambientado con toque moderno y un ambiente minimalista preservado por el amable silencio de su cuidado ambiente de luces y sombras. Un asomo místico que se reproduce en el gusto por el arte y el Wellness Bar de la terraza. Para el desayuno, optamos por fruta y un bowl de açai.
Arte redentor
Despertamos con un gran lienzo sobre la pared, justo encima de las almohadas, firmado por un artista residente en la ciudad. Las buenas piezas relojeras han de aspirar siempre a convertirse también en obras eternas de arte. En Chronoswiss, el Regulator representa el 70% de una producción aproximada de 3 mil piezas al año. Un negocio curado por mano familiar.
En el Flying Grand Regulator se observan habilidades de esmalte y guilloché. Una carátula negra galvanizada conformada en dos niveles con un patrón de ondas realizado a mano. Aunque se manejan tonos nuevos y más llamativos con colores electrizantes en el ReSec, el ADN de Chronoswiss queda patente.
Caja con carrura acanalada —nivel intermedio sin decoración— y la incomparable corona: a pesar de su tamaño sobredimensionado, el volumen esférico la hace confortable y no molesta en la muñeca; es sumamente funcional a la hora de manipularla para ajustar la hora y también activa de forma inmediata la parada del pequeño segundero retrógrado. La pieza presenta una caja de 44 mm, las asas curvadas delinean a la perfección todos los volúmenes redondos que predominan en su diseño, pero el ajuste de la correa no resulta del todo confortable.
La poderosa correa de cocodrilo con las escamas es gruesa y poco flexible al momento de ajustarse con el cierre desplegable. Sin embargo, sospechamos que con el uso puede ganar en flexibilidad y adoptar la ergonomía apropiada a nuestra muñeca. Paradójico que una correa de piel refuerce la elegancia del ReSec con un toque deportivo.
El lenguaje ejecutivo de un caballero urbano ahora más activo que, paralelamente a nivel técnico, se refleja en un calibre automático que late a 28,800 alt/h con espiral Nivarox 1, protección antichoque Incabloc, volante Glucydur y una reserva de marcha de 42 horas —tecnología suiza de máxima precisión—.
Para esta mezcla de horas sagradas y profanas que alumbraron el sincretismo religioso que vive México, Juan Rulfo ilustra a la perfección en uno de sus libros nuestro espíritu con la aguda y reposada mirada fotográfica. Y en la misma pequeña y reservada biblioteca del hotel, nos sumamos fiesta del Día de Muertos con música.
Para creer en la vida más allá de la muerte, dos vinilos de Joy Division y New Order. Y si aún no confiamos en la eternidad, Miles Davis alecciona con mayor convicción. Una fusión que regula y equilibra también nuestro espíritu. Medir el tiempo con los minutos como la disposición central que propone el Regulador nos aferra a esta tierra gracias al justo valor más pasajero de nuestra existencia. La tarde será una aventura bajo la máscara que llegó del más allá para salvarnos.