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Por unas horas, Benedict Cumberbatch abandonó su ámbito natural para comprobar en primer persona la dificultad que entraña el oficio relojero. El actor británico y embajador de Jaeger-LeCoultre acudió a la boutique de la firma en Londres donde, de la mano de uno de los relojeros más experimentados de la manufactura, Richard Phipps-Carter, recibió una clase magistral en la que se adentró en las interioridades de la relojería e incluso acabó montando algunas partes del calibre 925.
“Richard fue muy entusiasta al compartir su savoir-faire conmigo”, dijo Benedict Cumberbatch después de la experiencia. “Las operaciones delicadas exigen muchas horas de manipulación minuciosa, desde el grabado y el biselado realizado a mano, hasta el esmaltado, el engastado, el guilloqueado o el pulido de espejo. La precisión en el trabajo manual es fundamental porque ni los errores más pequeños se pueden eliminar”.
Un proceso que quedo inmortalizado, como si fuera una de sus películas, en los fotogramas que ilustran este artículo y donde se puede ver a Benedict Cumberbatch sentado en el banco de trabajo de relojero examinando detenidamente los componentes relojeros, incluyendo la masa oscilante del Calibre 925 del Master Ultra Thin Moon.
El actor, embajador de la casa desde el pasado año, utiliza en su día a día el Polaris Memovox, un reloj inspirado originalmente en su icónico predecesor de 1968 y disponible en una edición limitada de 1,000 piezas. También luce el nuevo Jaeger-LeCoultre Master Ultra Thin Perpetual Enamel, con su llamativo guilloché realizado a mano y una esfera de esmalte azul translúcido.
Esta pieza se ha creado en una edición de tan solo cien unidades. Y es que Cumberbatch tiene un buen gusto para los relojes, como él mismo reconoce: “Tengo buen ojo para los relojes. No en un sentido obsesivo, me gusta lo que veo cuando lo veo, y me encanta la idea de que los relojes existen por encima de la función inmediata de ofrecer la hora: son artefactos y reliquias con un peso especial que eleva al extremo del lujo a los relojes”.
Precisión
Jaeger-LeCoultre ha centrado este año su mensaje en el arte de la precisión, por eso la visita de su embajador para recibir esta clase magistral tuvo todavía más valor, ya que pudo comprobar de forma directa la extraordinaria destreza, precisión y paciencia que se exige diariamente a los relojeros de la manufactura, tanto hombres como mujeres.
De lo que no hay duda, a tenor de sus palabras, es de que la prueba mereció la pena y de que quedó gratamente impactado: “Admiro a la gente que crea estos relojes”, dijo Benedict Cumberbatch. “He visitado la manufactura de Jaeger-LeCoultre en Suiza y es maravilloso ver su dedicación y meticulosidad de su trabajo. Lo que más me impresionó fue el legado de las habilidades de los artesanos que han trabajado allí toda su vida.
"No podía creer la destreza del trabajo manual que se estaba llevando a cabo allí y que yo había asumido que lo hacía una máquina o una computadora. Fue asombroso ver el trabajo de esmaltado en la parte trasera de un Reverso; aprender cómo funcionan los mecanismos, ver de cerca su complejidad y asistir al montaje del Sphèrotourbillon fue realmente fascinante.
"Pero mi punto culminante fue conocer a la gente que fabrica los relojes Jaeger-LeCoultre y verlos trabajar”. No está de más recordar que todos los relojes de la casa se diseñan, producen y ensamblan en la manufactura Jaeger-LeCoultre en Le Sentier, en las montañas del Jura suizo, donde se reúnen 180 habilidades especializadas, se han creado 1,250 calibres y cuenta con 400 patentes.
“Antes de visitar la Maison, realmente no sabía mucho sobre los talleres o incluso sobre el Vallée de Joux. Ese valle es el hogar sagrado de la relojería suiza y una región de belleza natural virgen”, explicaba Benedict Cumberbatch.
“En realidad, no sabía hasta qué punto el proceso es manual, especializado y analógico. En cierta medida, exige la misma dedicación y atención por los detalles. Aunque debemos inventar y crear en niveles diferentes, la dedicación y el cuidado son los mismos”. Puntualizó.