Su nueva manufactura, el dominio de la tecnología y la innovación constante en materiales relanzan a Omega como marca de vanguardia. La firma de Biel/Bienne vive un año en estado de gracia. Un catálogo amplio y una firma con capacidad productiva envidiable. Esta temporada han destacado novedades que ponen de manifiesto el maduro expertise de Omega en fabricar guardatiempos deportivos con una rica herencia estética y mecánica renovada. Entre estas novedades el nuevo Seamaster 300 Bronze Gold . El clasicismo es un terreno abonado con sustrato del pasado donde florece de forma promisoria, sin agotarse, el futuro. Y se labra con tecnología high-tech, innovación en materiales y desarrollo técnico en continuo perfeccionamiento. “Un toque humano genuino”, apunta Raynald Aeschlimann, CEO de Omega, sobre la idea de los productos bien hechos.
Una aleación inédita
Todos conocemos la Santa Trinidad de Omega nacida en 1957. La “Trilogía Profesional” del Speedmaster, Railmaster y Seamaster 300 encarnarían la nueva era de la ciencia, el progreso y la industrialización. El rico legado de Omega nos trae la resurrección de un Seamaster 300 muy especial y la invención de un material genuino en la industria.
El histórico diver de la firma es el primer reloj creado en el exclusivo Bronze Gold, una aleación pendiente de patente. Una combinación inédita utilizada en la caja de bronce enriquecida con el 37.5% de oro, además de paladio y plata. Un guiño histórico al legendario aura del “bronce corintio” de los míticos textos de la Antigua Grecia, que lo señalan como preciado material para esculturas, jarrones, etc. y que ahora luce el Seamaster 300 Bronze Gold.
En otra muestra ejemplar de innovación, el anillo del bisel de la pieza se ha creado en una nueva cerámica marrón con una escala de inmersión en Super-LumiNova de estilo vintage. Y se ha utilizado una aleación de bronce común (CuSn8) en la esfera para crear ese tono marrón oscuro con una pátina especial después de un proceso de envejecimiento.
El nuevo Seamaster 300 recupera elementos claves como la carátula sándwich de los años 60, el popular segundero con forma “lollipop” y la corona con forma cónica. Un diseño más limpio y funcional que, con solo el logo de la firma y el nombre de la pieza, elimina de la esfera referencias sobre el movimiento. El cristal de zafiro abombado mantiene ese valor histórico esencial, con una carátula que es ligeramente más grande.