Tener una digna es un derecho humano, ello garantiza que las y los obtengan calidad de vida y puedan satisfacer sus necesidades básicas. Sin embargo, un fenómeno distante ocurre en México.

Isalia Nava Bolaño, académica del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advirtió sobre la feminización de la vejez en el país.

A través de la conferencia “La seguridad económica de las mujeres en edades avanzadas”, la economista señaló los retos que enfrentan las mujeres al llegar a edades avanzadas, marcados por la desigualdad.

Nava Bolaño destacó que 21% de la población mexicana se ubica en el rango de edad de 65 a 74 años, del cual 54.4% son mujeres y 45.6% hombres.

Conforme avanzan de edad, las mujeres reducen sus posibilidades de encontrar trabajo o estudiar por cumplir labores domésticas. Foto: Pixabay
Conforme avanzan de edad, las mujeres reducen sus posibilidades de encontrar trabajo o estudiar por cumplir labores domésticas. Foto: Pixabay

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¿Qué es la feminización de la vejez?

En este contexto, la académica de la UNAM detalló que si bien las mujeres alcanzan mayor esperanza de vida en comparación con los varones, conforme transcurre la vida sobreviven menos y un sólo un número reducido alcanza la vejez.

En ese sentido, las características con las que las mujeres llegan a esa etapa son:

  • Desigualdades, como mayor dificultad para ingresar a la escuela y permanecer, por lo tanto, tienen menos nivel de escolaridad
  • Dificultades para incorporarse a la actividad laboral debido a las cargas de trabajo doméstico y de cuidados que deben realizar, y que históricamente les han sido asignadas

Aunque algunas adultas mayores logran insertarse en el mercado laboral, pocas tienen la posibilidad de participar en empleos formales y bien remunerados. De acuerdo con Isalia Nava Bolaño, la mayoría está en la informalidad o en trabajos precarios.

A su vez, la especialista manifestó que las mujeres adultas reciben una pensión contributiva como dependientes económicos (por viudez), y no como sujetos de derechos que pueden mandatar esta garantía en edades avanzadas.

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“Las no contributivas, como la Pensión para el Bienestar de los Adultos Mayores -pactadas como un derecho universal para la población de 65 años y más- adquieren relevancia debido al panorama de desprotección en términos de ingresos económicos que enfrenta esta población”, indicó.

Por si fuera poco, en México hay mujeres que dependen totalmente de ese ingreso.

“Pensando en las próximas generaciones y en las actuales personas mayores que, a pesar de las situaciones de desventajas que experimentan están en mejores condiciones, los jóvenes de hoy podrían no alcanzar una movilidad social como la de estos grupos etarios”, reflexionó sobre las consecuencias de la feminización de la vejez.

Finalmente, Isalia Nava Bolaño señaló que es necesario alcanzar la consolidación de la cobertura total de las pensiones no contributivas y lograr que sean suficientes para reducir las desigualdades de las adultas mayores.


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